Dirección: Wolfgang Petersen.
Guión: Wolfgang Petersen (Novela: Richard Neely).
Música: Alan Silvestri.
Fotografía: Laszlo Kovacs.
Reparto: Tom Berenger, Bob Hoskins, Greta Scacchi, Joanne Whalley-Kilmer, Corbin Bernsen, Scott Getlin, Judi Maddison.
Mientras conducen por la costa de California, Dan Merrick (Tom Berenger) y su esposa Judith (Greta Scacchi) sufren un grave accidente, quedando Dan con amnesia parcial. Intentando recuperar su vida, Dan empieza a descubrir cosas que le hacen temer que algo malo se oculta en su pasado.
Hay un subgénero específico en los films de intriga que La noche de los cristales rotos (1991) ejemplifica con gran precisión. Es un cine de mero consumo, sin grandes pretensiones. Todo se basa en mantener intrigado al espectador a base de ocultarle datos y hechos, cuando no engañarlo abiertamente, para sorprenderlo con un final más o menos inesperado.
Dentro de esta categoría, lógicamente nos encontramos auténticas porquerías y cintas magistrales, pues de todo hay siempre. En este caso, La noche de los cristales rotos se situaría en un término medio: ni es un película absurda plagada de trampas y mentiras ni tampoco podemos decir que sea de lo mejor del género.
A su favor podemos decir que dentro de lo limitado de su planteamiento, pues el guión va directo al grano y se centra en el misterio que Dan intenta esclarecer sobre su pasado venciendo su amnesia, el argumento resulta aceptable, logrando además jugar sus cartas con cierta coherencia y logrando mantenernos interesados en las indagaciones de Dan durante toda la cinta. Incluso el desenlace, cuando se ponen las cartas boca arriba y que a menudo suele ser la parte más débil, resulta ingenioso y si bien no escapa de cierto rebuscamiento poco convincente, al menos no resulta del todo ridículo.
Por contra, La noche de los cristales rotos es un film excesivamente simple que no se molesta en desarrollar convincentemente ni a los personajes ni las situaciones. Todo el planteamiento es demasiado elemental, casi infantil. La única nota algo divertida la tenemos con el personaje de Gus Klein (Bob Hoskins), el detective, que aporta algo de variedad y gracia a un elenco bastante pobre en cuanto a caracterizaciones y también en cuanto a interpretación, con un Tom Berenger muy poco acertado, una Greta Scacchi bastante desaprovechada y una Joanne Whalley-Kilmer realmente muy limitada en talento.
Incluso el director tampoco demuestra una capacidad notable para poner en pie la intriga, recurriendo a la repetición de imágenes cuando Dan parece ir recuperando algunos detalles olvidados de su pasado, lo que termina por demostrar la falta de recursos y la simplicidad de la puesta en escena.
A pesar de lo cuál, si nos contentamos con pasar un rato entretenidos sin pretender buscarle las cosquillas a la cinta, podemos decir que es un film que se deja ver y resulta entretenido.
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