Dirección: Kogonada.
Guión: Kogonada (Historia: Alexander Weinstein).
Música: Aska Matsumiya.
Fotografía: Benjamin Loeb.
Reparto: Colin Farrell, Jodie Turner-Smith, Justin H. Min, Malea Emma Tjandrawidjaja, Ritchie Coster, Sarita Choudhury.
Yang (Justin H. Min) es un androide que Jake (Colin Farrell) y Kyra (Jodie Turner-Smith) compraron para que ayudara a su hija adoptiva Mika (Malea Emma Tjandrawidjaja) y es ya uno más de la familia. Sin embargo, un día deja de funcionar y Jake buscará la manera de repararlo.
Despidiendo a Yang (2021) vuelve a confirmarme dos cosas relacionadas con el cine actual. La primera, que en general no entiendo a los críticos profesionales, y cada vez menos. Las valoraciones de esta película son magníficas y para mí ha sido una de las cintas más aburridas que he visto en mi vida.
La segunda, que el cine contemporáneo, bajo una estética muy elaborada, oculta un vacío de ideas alarmante. Despidiendo a Yang, con su apariencia filosófica y reflexiva, es un film sin ideas o quizá las que quiere mostrar el director se pierden en un estudiado y pedante planteamiento, frío y repetitivo.
La idea es mostrarnos un futuro donde los androides se han especializado para cumplir con eficacia tareas específicas. En este caso, Yang debe procurar que Mika conozca sus raíces asiáticas. Pero la integración de Yang con la familia va más allá y se convierte en un miembro más, un hermano para Mika, que siente un afecto especial hacia él y viceversa.
Kogonada también hace alusión a que las compañías que crean esos productos pueden utilizarlos para espiar a los humanos. Sin duda, una idea realmente con poca fuerza, pues no hace falta irse al futuro para encontrarnos situaciones semejantes a diario, por lo que es un detalle realmente irrelevante y al que tampoco se da mucho recorrido en la cinta, quedando casi como una anécdota.
Donde se supone que deberíamos encontrar las reflexiones más interesantes y algo de emoción es en el vacío que deja Yang en la familia, obligando a los padres de Mika a asumir su rol de progenitores con más decisión, pues parece que habían descargado gran parte de sus responsabilidades en el androide.
Otro tema que se toca también es la relación que Yang tenía con una joven y de la que la familia no tenía conocimientos. Tampoco es que el tema de para mucho, simplemente añade otro personaje que experimenta el dolor por la pérdida de su amigo.
El gran inconveniente de Despidiendo a Yang es la frialdad con que todos estos temas están expuestos, con una puesta en escena reducida a lo mínimo, una cámara estática y lejana que no saca lo mejor de cada secuencia y un desarrollo tan lento que produce verdadero aburrimiento, sobre todo porque es una historia donde no pasa absolutamente nada y donde los diálogos resultan anodinos y repetitivos, dando vueltas sobre temas similares sin nada nuevo que ofrecer. El mejor ejemplo lo tenemos en las conversaciones de Jake y Kyra que giran siempre sobre su implicación en la educación de su hija y se deslizan con una lentitud exasperante.
No dudo de las buenas intenciones del director, pero sinceramente, hace falta algo más para emocionar, una historia debe tener fuerza, sentido y profundidad y a Despidiendo a Yang le falta todo eso. Al final, me quedé con la impresión de un autor pretencioso y falso, más empeñado en mirarse el ombligo que en contarnos algo interesante.
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