Dirección: Philip Kaufman.
Guión: Philip Kaufman, Michael Crichton y Michael Backes (Novela: Michael Crichton).
Música: Toru Takemitsu.
Fotografía: Michael Chapman.
Reparto: Sean Connery, Wesley Snipes, Harvey Keitel, Cary-Hiroyuki Tagawa, Kevin Anderson, Mako, Ray Wise, Stan Egi, Stan Shaw, Tia Carrere, Steve Buscemi, Tatjana Patitz.
Durante una recepción ofrecida por una importante compañía japonesa en Los Ángeles, una modelo (Tatjiana Patitz) es asesinada. El teniente Smith (Wesley Snipes) es encargado de la investigación, pero se le asigna como ayudante a John Connor (Sean Connery), un capitán retirado experto en la cultura japonesa.
Sol naciente (1993) es un thriller cuya nota más característica sería la contraposición de la mentalidad norteamericana y la japonesa. Sin embargo, a pesar de sus muchas posibilidades parece que promete más de lo que finalmente nos ofrece.
El punto de partida es sin duda interesante: el asesinato de una joven en el edificio de una importante empresa japonesa inmersa en esos momentos en una delicada operación comercial con importantes repercusiones políticas. Dada la mentalidad de los japoneses, interesados en no dar publicidad al suceso, la labor de Web Smith y de John Connor no va a ser sencilla, encontrando bastantes obstáculos para realizar interrogatorios e incluso descubriendo pruebas escamoteadas y manipuladas.
Las bases para la intriga están sentadas y el guión jugará con múltiples indicios que nos llevarán en diversas direcciones. Es evidente que el guión intenta mantener el misterio a toda costa, jugando al despiste con el espectador el mayor tiempo posible. Y aquí reside el principal fallo de la película, que abusa de los giros sorpresa hasta el punto de convertir la trama en un rompecabezas que pierde todo el sentido. El resultado es que llega un momento en que ya perdemos un poco el interés, pues comprendemos que ya no hay una lógica en la historia, sino un mero juego de engaños.
Todo esto nos lleva finalmente a comprender que, bajo el recurso de ambientar el misterio en los manejos comerciales de una compañía japonesa, la historia es realmente muy poco original y escasamente imaginativa, recurriendo a los tópicos más básicos del género, como la pareja de policías muy diferentes obligados a entenderse o el recurso al engaño para mantener en pie un argumento escasamente inteligente.
Esa simpleza se revela claramente en toda la parte final, con escenas un tanto absurdas y un intento por dar una explicación que nos resulte aceptable, logrando solamente alargar torpemente el desenlace, que nos vuelve a dejar una nueva sorpresa en relación al personaje de Jingo (Tia Carrere), la experta en edición de vídeos, que corrobora la obsesión de los guionistas por las sorpresas.
Realmente, es una pena, porque la trama, bien llevada, ofrecía bastantes posibilidades y además contábamos con la presencia de Sean Connery y Wesley Snipes, bastante atinados en sus papeles, junto a unos diálogos por momentos muy logrados, que auguraban al principio un film rico en detalles y matices. Sin embargo, todo termina estropeándose y nos quedamos con un film correcto en las formas pero bastante vacío y rutinario en el fondo.
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