El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 28 de agosto de 2023

Ángel o diablo



Dirección: Otto Preminger.

Guión: Harry Kleiner (Novela: Marty Holland).

Música: David Raksin.

Fotografía: Joseph La Shelle (B&W).

Reparto: Alice Faye, Dana Andrews, Linda Darnell, Charles Bickford, Anne Revere, Brice Cabot, John Carradine.

Eric Stanton (Dana Andrews), un buscavidas sin dinero ni porvenir, llega al pueblo de Walton donde conoce a la bella Stella (Linda Darnell) y se encapricha de ella. Para conseguirla necesita dinero y se le ocurre seducir a una mujer adinerada, June (Alice Faye), y robarle.

Tras el éxito de Laura (1944), tal vez la mejor película del director y una joya del cine negro, Otto Preminger rueda Ángel o diablo (1945) contando otra vez con Dana Andrews, un actor de rostro pétreo que iba muy bien para films de este corte y que afianzará su carrera en esta década de los años cuarenta.

La película es un ejemplo de cine negro pero con un enfoque diferente: aquí no interesa tanto resolver el crimen como analizar la personalidad de todas las personas que se van relacionando entre sí unidas indirecta o directamente por su vinculación con Stella, una mujer fatal que, conocedora de su poder sobre los hombres, sabe como jugar sus cartas buscando solamente su propio beneficio. 

Frente a Stella aparece la figura de June, una mujer que no parece que tenga mucha experiencia en la vida ni con los hombres. Su refugio son los libros y la música. De ahí que cuando aparezca en su vida Eric, con su aplomo y su aura de chico malo, June se enamore perdidamente de él, hasta el punto de casarse sin apenas conocerlo. El plan de Eric va saliendo como pensaba. Solo le queda robarle el dinero y volver con Stella. 

Pero entonces, Stella aparece asesinada y todos los planes de Eric saltan por lo aires. Es más, él mismo será uno de los sospechosos del crimen. La resolución del mismo no resultará especialmente compleja y Preminger la presenta de un modo bastante precipitado. Porque su intención es mostrar el ambiente de Walton, con la dualidad de los barrios acomodados, donde June vive ajena a una realidad muy diferente a la suya, y los barrios bajos, donde la lucha es constante por unos dólares, por labrarse un futuro como sea, con mentiras o manipulando a los hombres, como hace Stella, que aspira a una vida mejor aunque no sepa qué significa eso exactamente. Porque los tipos que frecuenta, incluido Eric, no son precisamente muy recomendables. Incluso Eric, una vez muerta Stella, le reconoce a June que no cree que hubieran tenido un futuro juntos.

Como vemos, estamos ante otro de los rasgos característicos del cine negro: tipos marginales, sin un futuro prometedor, enfrentados una y otra vez a la mala suerte, como le confesará Eric a June, casi marcados por un destino trágico que no saben cómo eludir. Y así vemos como los sueños de Stella se arruinan en manos de uno de sus admiradores, preso de celos y de rabia.

Y es precisamente la relación de Eric con June lo más interesante de la película. Eric es el nexo de unión de los dos mundos de Walton: los bajos fondos y la sociedad respetable. Y al contacto con June, con su amor incondicional, Eric va comprendiendo que está en el camino equivocado y que hay otra realidad posible. Al fin deja caer su coraza y desvela a su esposa sus miedos constantes, sus huidas desde la misma infancia, sus fracasos, por mala suerte o mala cabeza. Eric es un fracasado y al fin al lado de June parece que será capaz de afrontar su vida tal y como ha sido y como es y tal vez cambiar el rumbo.

A nivel estético, Ángel o diablo es un film también notable, apoyado en una fotografía donde se resaltan las sombras cuando estamos en los barrios bajos, símbolo de tinieblas y peligro, y que desaparecen en el barrio alto, donde la claridad es la nota predominante.

Dana Andrews, un actor que Preminger apreciaba y que fue un asiduo de sus películas, está realmente soberbio en su papel, dándole a su personaje una presencia dura, con un toque de amargura y mucha violencia fruto de sus frustraciones que consigue trasmitir desde una economía expresiva admirable. Alice Faye es la perfecta mujer sin mundo, enamoradiza y frágil y se contrapone a la rotundidad de una Linda Darnell tan atractiva como peligrosa. Sin duda, un trío perfecto para una historia que, sin llegar a la altura de sus mejores logros del director, compone un film oscuro, triste, de perdedores, pero que tiene finalmente una puerta abierta a la esperanza para Eric, lo que rompe con el destino trágico tan constante en el cine negro. 

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