Dirección: Joel Coen y Ethan Coen.
Guión: Joel Coen y Ethan Coen.
Música: T-Bone Burnett y Marcus Mumford.
Fotografía: Bruno Delbonnel.
Reparto: Oscar Isaac, Carey Mulligan, John Goodman, Garrett Hedlund, Justin Timberlake, Ethan Phillips, Robin Bartlett, Max Casella, Adam Driver, F. Murray Abraham.
El cine de los hermanos Coen nos ha dejado películas impresionantes, como Fargo (1996) o El gran Lebowski (1998), sus obras que más me gustan. Pero una visión tan personal como la de ellos es lógico que produzca un cine irregular, con obras sublimes al lado de otras menos redondas. Y para mí A propósito de Llewyn Davis (2013) estaría en el segundo grupo.
La película gira en torno a un músico que no acaba de despegar en la industria y solamente toca esporádicamente en algún local para ganar unos pocos dólares. No tiene ni un apartamento y debe pedir a sus conocidos que lo dejen dormir en un sofá. Verdaderamente, es un perdedor. Pero también es un idealista. Para él la música es algo muy serio y no está dispuesto a renunciar a sus creencias, sus gustos y sus valores.
Sin embargo, poco a poco va perdiendo la fe. Sus ilusiones se van deshaciendo en cada negativa, en cada fracaso. Quizá no le falta talento, pero en el fondo es uno más de los miles de aficionados con pretensiones. Al final, deberá enfrentarse a la realidad y reconocer su fracaso.
A propósito de Llewyn Davis respira autenticidad. Los hermanos Coen nos muestran el lado oscuro del sueño americano, el reverso de la moneda. Davis es un fracasado, sin excusas. Podíamos entender la historia como la biografía de un perdedor. Solo que no es una biografía realmente. Es un pedazo de una vida, un fragmento. Y los hermanos Coen nos lo muestran sin adornos, con la frialdad casi de un documental. No toman partido, no pretenden enseñar nada, no hay moraleja. Es la vida de un hombre sin gloria, sin triunfos. Podría ser de cualquiera de los muchos idealistas que se topan de pronto con la cruda realidad. Es como cuando los sueños de la infancia se encuentran de pronto con las limitaciones normales de cada cuál. ¿Quién no soñó con la gloria de niño? Y después la vida nos lleva por otros caminos.
Destacaría especialmente las canciones. Los Coen muestran un gusto exquisito por la música y ofrecen algunas actuaciones completas y son preciosas, pero tristes también. Un pequeño momento de gloria en un bar de mala muerte, cuatro aplausos y en la acera, la realidad cotidiana, inmutable.
Oscar Isaac, y en general todos los actores, realizan un trabajo sencillo, directo y sin adornos. Nada que reprochar.
Sin embargo, a la película le falta algo para funcionar como ficción. El argumento se fragmenta en pequeños episodios y no todos tienen el mismo interés. Incluso algunos son un tanto extraños, como sus personajes. Falta emoción, falta un discurso unificador. No es un fallo, creo que es algo conscientemente buscado, pero el resultado es un relato sin mucha sustancia, vago, por momentos repetitivo, a veces incluso puede llegar a aburrir. Y no creo que esa sea la función de una película.
Y a pesar de ello, de alguna manera te vas enganchando a la vida de Davis, quieres saber algo más, ver donde se alojará ese día al llegar la noche. Es evidente que los hermanos Coen tienen esa veteranía que les permite montar una historia con muy poco y hacer que funcione.
A propósito de Llewyn Davis no es una película para todos los públicos. Tiene cosas buenas y otras muchas regulares. Entiendo que no llegue a cuajar para según que espectadores. Aún así, es cine, no del mejor, pero cine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario