El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 10 de agosto de 2023

La gran mentira



Dirección: Bill Condon.

Guión: Jeffrey Hatcher (Novela: Nicholas Searle).

Música: Carter Burwell.

Fotografía: Tobias Schliessler.

Reparto: Ian McKellen, Helen Mirren, Russell Tovey, Jim Carter, Mark Lewis Jones, Laurie Davidson, Lucian Msamati, Jóhannes Haukur Jóhannesson, Aleksandar Jovanovic. 

Roy (Ian McKellen) y Betty (Helen Mirren) se conocen en una web de citas y tras un primer encuentro muy prometedor comienzan una relación de amistad. Lo que Betty ignora es que Roy es un estafador profesional que va detrás de su dinero.

El hecho de que La gran mentira (2019) esté basada en un best seller ya debería ponernos en guardia sobre sus supuestas virtudes; muchas veces los libros que tienen un éxito rotundo entre el gran público revelan así su cuestionable calidad.

En La gran mentira todo está cogido con alfileres. Desde una trama que bordea lo imposible hasta la elección de los protagonistas, demasiado mayores para el papel, pero entiendo que importantes para darle un atractivo a la cinta, con la presencia de dos figuras de la talla de Helen Mirren e Ian McKellen.

Que todo esté supeditado a la sorpresa que encierra el argumento convierte a la película en algo frágil y superficial. Supone jugárselo todo a una carta y si esta no es un as, el resultado será decepcionante.

Porque el juego que propone Bill Condon reduce todo al mínimo. Los personajes no tienen profundidad ni demasiado interés, porque la historia no se preocupa por ellos, más allá de lo evidente: que Roy es un estafador sin escrúpulos y que Betty esconde algo. Porque aunque el guión intente sorprendernos en el tramo final, se adivina fácilmente que la historia no es tan sencilla como aparenta. De este modo, estamos durante toda la película esperando la revelación final, pues es evidente que la maldad con la que es presentado Roy tendrá su justo castigo. Este tipo de argumentos son de una moralidad cristalina, de ahí que la eficacia de su juego esté realmente muy comprometida en cuanto descubrimos sus intenciones edificantes y justicieras.

Lo que evidentemente resulta imposible de adivinar es la retorcida historia que hunde sus raíces en la Segunda Guerra Mundial. El problema es que no solamente no podríamos adivinar algo parecido, sino que este giro es tan rebuscado que nos cuesta demasiado creerlo. Así que el juego planteado por el director termina por estallarle en las narices. Incluso la manera de desvelarlo, el castigo de Roy a manos de sus víctimas y el epílogo resultan tan ridículos como innecesarios.

Está claro que en cuanto a los medios empleados y sus buenos resultados no podemos poner pega alguna. Incluso la pareja de actores principales resulta impecable, aún cuando sigo creyendo que habría sido mucho más sensato emplear intérpretes más jóvenes. Pero una cuidada presentación no puede suplir la sensación de que La gran mentira es una historia vacía, manipuladora, falsa y nada gratificante.

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