El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 23 de agosto de 2023

Tú la letra, yo la música



Dirección: Marc Lawrence.

Guión: Marc Lawrence.

Música: Adam Schlesinger.

Fotografía: Xavier Pérez Grobet.

Reparto: Hugh Grant, Drew Barrymore, Brad Garrett, Kristen Johnston, Haley Bennett, Aasif Mandvi, Campbell Scott, Jason Antoon, Matthew Morrison. 

Alex Fletcher (Hugh Grant) tuvo su momento de gloria como cantante hace ya mucho tiempo. En la actualidad vive a base de pequeñas actuaciones para nostálgicos. Un día, sin embargo, la estrella pop Cora Norman (Haley Bennett) le pide que le escriba una canción que, si es buena, la incluirá en su próximo disco.

Tú la letra, yo la música (2007) de entrada no parece una película especialmente interesante. Además, la escasa entidad en general de muchas comedias románticas, que solamente buscan funcionar como un consumo fácil, no me predisponían especialmente bien ante esta película.

Además, el tema de los protagonistas ha llegado a tener un peso específico a la hora de elegir si veo una película o paso de largo. Y en esta ocasión el dilema era importante. Por un lado, guardo un grato recuerdo de Hugh Grant en Cuatro bodas y un funeral (Mike Newell, 1994) y Notting Hill (Roger Michell, 1999), pero soy consciente de que su carrera ha tenido altibajos, por lo que tenía miedo que una tontería de película estropeara su imagen. Por otra parte, a su lado está Drew Barrymore, una actriz que no me dice nada especialmente. 

Con todos estos temores, solamente ver que estaba calificada como una basura me animó a verla. Y sinceramente, la sorpresa que me llevé fue bastante grande.

No voy a venderla como una gran comedia romántica, porque no lo es. Se mueve en terreno seguro y ofrece lo que todos más o menos esperamos de una cinta de este estilo. Pero tiene un par de detalles, para aquellas personas con cierta sensibilidad para disfrutar de los mismos, que le dan un toque realmente especial y, dentro de su modestia, la hacen merecedora de ciertos elogios.

Para empezar, las canciones que jalonan la cinta, empezando con la pegadiza de los títulos de crédito, son realmente hermosas y añaden un plus al desarrollo. No es que sean fundamentales, pero denotan un cuidado en los detalles muy agradable.

Pero es el tema del argumento, en especial la relación entre Alex y Sophie (Drew Barrymore), la joven que le compone la letra de la canción para Cora, donde el guión se muestra preciso y sensible. Estamos en una comedia, pero ello no impide que el argumento se tome en serio la manera de tratar la relación de los protagonistas. Y esto es muy de agradecer, porque a veces los guionistas se pasan de vueltas y no saben cuando parar y ponerse un poco más serios. Aquí esto no ocurre y el argumento profundiza con delicadeza en los problemas de Alex y Sophie.

Ella ha salido tocada de una relación anterior donde su amante (Campbell Scott) se valió de esa relación para escribir una novela donde el personaje femenino se inspiraba en ella. Alex logrará devolverle la autoestima perdida simplemente poniendo en evidencia sus innegables virtudes. Por su parte, el caso de Alex me resultó el más emotivo. Cuando formaba parte de un duo, el éxito le sonreía, pero al abandonarlo su compañero entra en declive y sobrevive malamente cantando sus viejos éxitos de manera rutinaria. Será Sophie la que le demuestre lo importante que sigue siendo su música para sus fans y cómo sus temas siguen siendo muy buenos. Es un momento muy sencillo, pero donde el guión logra captar la apatía de Alex y su recuperación por el apoyo que nadie había sabido darle hasta entonces. A veces, alguien como Alex se hunde por no valorar lo que es, soñando con lo que pudo ser. Sophie lo pone frente a un espejo y al fin él consigue valorar lo mucho que tiene aún que ofrecer.

Puede parecer algo banal, pero encuentro que esa inteligencia para mostrarnos los problemas de inseguridad de los protagonistas y cómo con cariño y comprensión se pueden ver desde un punto de vista totalmente nuevo, me parece un acierto, pues ya no estamos ante unos personajes sencillamente simpáticos, sino ante personas reales con problemas reales. Y sin grandes alardes, el guión demuestra que con una mirada sincera se puede llegar a trasmitir mucho.

Atención al momento en que Alex le canta una canción a Sophie durante el concierto de Cora. Marc Lawrence nos ofrece el momento más intenso de la película. Incluso sin comprender la letra, pues el tema es en inglés y la versión que vi no tienen traducción por medio de subtítulos, solamente viendo el rostro de Sophie lo comprendemos todo.

La otra agradable sorpresa me la dio Drew Barrymore, cuya descendencia de verdaderas leyendas del cine parece cobrar vida con un trabajo sencillamente maravilloso. Una actriz no especialmente bonita, logra enamorarnos con un trabajo lleno de ternura y sinceridad. Hugh Grant, por su parte, no es que destaque especialmente, pero al lado de Drew compone una pareja encantadora.

Al final, lo interesante de Tú la letra, yo la música es encontrar algo sincero y conmovedor donde solamente esperabas un pasatiempo. Repito, no es una gran película, pero contiene pequeños destellos que le dan sentido y la engrandecen.

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