El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 27 de agosto de 2023

Cielo amarillo



Dirección: William A. Wellman.

Guión: Lamar Trotti (Historia: W. R. Burnett).

Música: Alfred Newman.

Fotografía: Joe MacDonald (B&W).

Reparto: Gregory Peck, Anne Baxter, Richard Widmark, Robert Arthur, John Russell, Henry Morgan, James Barton, Charles Kemper.

Tras robar un banco, la banda de "Stretch" Dawson (Gregory Peck) tiene que adentrarse en el desierto para escapar de sus perseguidores. 

Cielo amarillo (1947) es un western un tanto extraño donde no prima la acción, sino más bien el retrato de un grupo de hombres sometidos a situaciones límite que harán aflorar lo peor y lo mejor de ellos.

El argumento parte de una historia de W. R. Burnnett a la que se añaden algunos elementos de "La tempestad" de William Shakespeare y donde Wellman vuelve a mostrar su predilección por no atenerse a las normas clásicas del western.

Así, la historia va desgranando la personalidad de los integrantes de la banda de Dawson, formada por un grupo de hombres donde las tensiones rigen su relación permanentemente. Los primeros indicios ya los vemos mientras cruzan el desierto, una prueba que los llevará al límite de sus fuerzas y donde ninguno de los bandidos querrá compartir su agua con Walrus (Charles Kemper), que había llenado su cantimplora con whisky, aún con el riesgo que ello comporta para su vida.

Pero el verdadero conflicto estallará en el pueblo abandonado de Cielo amarillo, a donde llegan extenuados tras cruzar el desierto. Allí los recibe "Mike" (Anne Baxter) rifle en mano. Solamente ella y su abuelo (James Barton) se han quedado en el pueblo, pues han encontrado oro. La presencia de "Mike" y las sospechas de que el abuelo debe tener una buena fortuna en oro serán los detonantes de nuevas tensiones en el grupo. Será entonces cuando Dawson deberá intentar mantener controlados a sus hombres, pero no será tarea fácil pues, espoleados por Dude (Richard Widmark), sediento de oro, serán cada vez menos propensos a acatar sus órdenes. 

Dawson, al contacto con "Mike", por la que se sentirá inmediatamente atraído, se replanteará sus prioridades y, sobre todo, decidirá obrar de manera justa, defendiendo su promesa de dejarles la mitad del oro a ella y a su abuelo, lo que le llevará inevitablemente a enfrentarse con sus compañeros.

Cielo amarillo se inscribe así en un tipo de western más psicológico que épico, donde el guión analiza los comportamientos de un grupo cerrado ante la tentación de la riqueza, pero también del deseo, pues la presencia de la joven será también el origen de no pocas disputas. Es pues un recorrido por lo peor del ser humano, vencido por su codicia y lujuria y donde impera la ley del más fuerte. Pero también de cómo algo tan sencillo como el amor puede cambiar a un hombre. 

La prueba de que William A. Wellman no está especialmente interesado en las escenas de acción se ejemplifica con la curiosa escena del duelo final en el bar en ruinas, donde vemos entrar a Dawson y, con la cámara permaneciendo en el exterior, solamente escuchamos los disparos entre éste, Dude y Lengthy (John Russell). Solamente cuando "Mike" entre en el saloon descubriremos qué ha sucedido. La secuencia, además de original, aporta un plus de tensión que el director explota muy hábilmente. Como se sabe, muchas veces resulta más impactante lo que imaginamos que lo que vemos.

Es cierto que la película resulta un tanto predecible y es algo molesta la fuerte moralidad que destila, porque condiciona el comportamiento de Dawson hasta el punto de que vuelve al banco que atracó al comienzo del film para devolver el dinero robado. Sin duda, este es el punto menos convincente de todos, pero imagino que sería el tributo a pagar en aquellos años para que la película fuera apropiada y edificante.

Como dato curioso, al comienzo de la película la banda de Dawson entra en un saloon que es exactamente el mismo que veíamos en Incidente en Ox-Bow (1943), otra película de Wellman cuyo éxito propició precisamente que se rodara Cielo amarillo.

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