Dirección: Delmer Daves.
Guión: Delmer Daves (Novela: George Agnew Chamberlain).
Música: Miklós Rózsa.
Fotografía: Bert Glennon (B&W).
Reparto: Edward G. Robinson, Lon McCallister, Judith Anderson, Rory Calhoun, Allene Roberts, Julie London, Ona Munson, Harry Shannon.
El joven Nath (Lon McCallister) empieza a trabajar en la granja de Pete Morgan (Edward G. Robinson). Para regresar a su casa, el camino más corto es atravesando un bosque, pero Pete le advierte de que no lo haga por la noche bajo ningún concepto, porque es muy peligroso.
La casa roja (1947) es un film interesante que propone un misterio en torno a un bosque misterioso del que salen gritos aterradores. Al menos, así lo afirma Pete Morgan, realmente aterrado, previniendo a Nath que lo evite a toda costa. Naturalmente, la naturaleza humana es curiosa y basta que se nos prohiba algo para que nos sintamos aún más inclinados a desobedecer.
Así que no extraña que Nath se sienta realmente intrigado por las advertencias de Pete y decida que ha de averiguar el misterio del bosque y de esa extraña casa roja que mencionó Pete. El problema es que la joven Meg (Allene Roberts), la hija adoptiva de Pete, también se siente intrigada por ese misterio y eso es algo que Pete no puede tolerar. La sola idea de que Meg pueda adentrarse en ese bosque hace que Pete se comporte de manera inusualmente violenta con ella.
Delmer Daves plantea así las bases sobre las que se desenvolverá la historia, manteniendo la intriga hasta los últimos minutos, si bien va desvelando indicios que nos irán dando pistas del misterio poco a poco, hasta descubrir la verdadera naturaleza de Pete, que se va revelando como un hombre atormentado y trastornado por un pasado del que no ha podido librarse.
Si el misterio planteado por el director es realmente sólido y capaz de mantenernos intrigados durante toda la película, el principal fallo de Delmer Daves es que no ha sido capaz de desarrollar ese misterio de manera certera. Por ejemplo, desvía a menudo la atención con subtramas intrascendentes que alargan en exceso la película sin aportar nada al tema principal. Otro inconveniente es que las situaciones donde Pete advierte a Nath y Meg de los peligros del bosque se repiten demasiadas veces, dando lugar a pasajes monótonos que no hacen avanzar el drama. Sin duda, habría sido necesario que el guión hilara más fino para poder desarrollar el misterio con más originalidad y sin caer en repeticiones.
Finalmente, el último detalle que estropea un poco la cinta es el escaso nivel de las interpretaciones, incluida la del gran Edward G. Robinson, que en esta ocasión no resulta especialmente convincente, abusando de una mirada perdida que a veces no cuadra con lo que debería expresar Pete en determinados momentos.
Está claro que algunas veces el paso del tiempo no de sienta bien a determinados argumentos como este, que hoy en día parecen algo forzados. El resultado es una película con más potencial que el que finalmente Delmer Daves consigue sacarle. Se ve con agrado, pero nos deja la sensación de que no es un producto redondo.
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