El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 4 de agosto de 2023

La casa roja



Dirección: Delmer Daves.

Guión: Delmer Daves (Novela: George Agnew Chamberlain).

Música: Miklós Rózsa. 

Fotografía: Bert Glennon (B&W).

Reparto: Edward G. Robinson, Lon McCallister, Judith Anderson, Rory Calhoun, Allene Roberts, Julie London, Ona Munson, Harry Shannon.

El joven Nath (Lon McCallister) empieza a trabajar en la granja de Pete Morgan (Edward G. Robinson). Para regresar a su casa, el camino más corto es atravesando un bosque, pero Pete le advierte de que no lo haga por la noche bajo ningún concepto, porque es muy peligroso.

La casa roja (1947) es un film interesante que propone un misterio en torno a un bosque misterioso del que salen gritos aterradores. Al menos, así lo afirma Pete Morgan, realmente aterrado, previniendo a Nath que lo evite a toda costa. Naturalmente, la naturaleza humana es curiosa y basta que se nos prohiba algo para que nos sintamos aún más inclinados a desobedecer. 

Así que no extraña que Nath se sienta realmente intrigado por las advertencias de Pete y decida que ha de averiguar el misterio del bosque y de esa extraña casa roja que mencionó Pete. El problema es que la joven Meg (Allene Roberts), la hija adoptiva de Pete, también se siente intrigada por ese misterio y eso es algo que Pete no puede tolerar. La sola idea de que Meg pueda adentrarse en ese bosque hace que Pete se comporte de manera inusualmente violenta con ella.

Delmer Daves plantea así las bases sobre las que se desenvolverá la historia, manteniendo la intriga hasta los últimos minutos, si bien va desvelando indicios que nos irán dando pistas del misterio poco a poco, hasta descubrir la verdadera naturaleza de Pete, que se va revelando como un hombre atormentado y trastornado por un pasado del que no ha podido librarse.

Si el misterio planteado por el director es realmente sólido y capaz de mantenernos intrigados durante toda la película, el principal fallo de Delmer Daves es que no ha sido capaz de desarrollar ese misterio de manera certera. Por ejemplo, desvía a menudo la atención con subtramas intrascendentes que alargan en exceso la película sin aportar nada al tema principal. Otro inconveniente es que las situaciones donde Pete advierte a Nath y Meg de los peligros del bosque se repiten demasiadas veces, dando lugar a pasajes monótonos que no hacen avanzar el drama. Sin duda, habría sido necesario que el guión hilara más fino para poder desarrollar el misterio con más originalidad y sin caer en repeticiones.

Finalmente, el último detalle que estropea un poco la cinta es el escaso nivel de las interpretaciones, incluida la del gran Edward G. Robinson, que en esta ocasión no resulta especialmente convincente, abusando de una mirada perdida que a veces no cuadra con lo que debería expresar Pete en determinados momentos. 

Está claro que algunas veces el paso del tiempo no de sienta bien a determinados argumentos como este, que hoy en día parecen algo forzados. El resultado es una película con más potencial que el que finalmente Delmer Daves consigue sacarle. Se ve con agrado, pero nos deja la sensación de que no es un producto redondo.

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