Dirección: Michael Curtiz.
Guión: Robert N. Lee y Peter Milne (Novela: S. S. Van Dine).
Música: Bernhard Kaun.
Fotografía: William Reese (B&W).
Reparto: William Powell, Mary Astor, Eugene Pallette, Ralph Morgan, Robert McWade, Robert Barrat, Frank Conroy, Etienne Girardot, James Lee, Paul Cavanaugh, Arthur Hohl, Helen Vinson, Jack LaRue.
Archer Coe (Robert Barrat), un hombre antipático que se ha granjeado no pocas enemistades, aparece muerto en su habitación, cerrada desde dentro. Todo parece indicar que se ha suicidado, pero el detective Philo Vance (William Powell) enseguida sospecha que se trata de un asesinato.
Matando en la sombra (1933) es una adaptación de una novela de S. S. Van Dine, un crítico de arte que tuvo cierto éxito como escritor de novelas de misterio en la década de 1920, creando al detective Philo Vance, protagonista de esta cinta.
La historia sigue las pautas más ortodoxas de este tipo de novelas, de las que Agatha Christie sería la más famosa representante, con tres actos bien definidos.
La primera parte es una mera introducción donde se va presentando a los personajes principales vinculándolos con Archer Coe y exponiendo brevemente los motivos por los que podrían desear su muerte. Es un proceso rápido y bastante elemental que no busca profundizar en los personajes, sino tan solo crear las condiciones para el desarrollo del resto de la trama.
La segunda parte comienza con el crimen de Archer y las primeras investigaciones de Vance que se descubre desde el principio como un fino sabueso, en contrapartida con la policía, mucho más torpe y sin ideas claras sobre lo sucedido. La aparición de un segundo cadáver complica la trama y añade un interesante punto de interés que, sumado más tarde a otro intento de asesinato, suponen el punto culminante de la tensión planteada.
La última parte es lógicamente la del desenlace, donde Vance expone los hechos, en una escena con una maquetas muy ilustrativa, para que nadie se pierda un detalle, y descubre al culpable.
Todo muy clásico y además sumamente elemental. Quizá sea el principal defecto de la trama: el guión no se anda con florituras y va directo al grano desde el principio. No hay lugar para nada ajeno a lo que importa: plantear la intriga, mostrar las indagaciones de Vance y explicar claramente el desenlace. De ahí la brevedad de la cinta y la extrema sencillez del planteamiento y el desarrollo.
Hemos de entender que estamos en 1933 y el cine aún estaba dando sus primeros pasos, especialmente el sonoro. De ahí que este tipo de historias, que podrían resultar algo confusas, se enfocaran desde la premisa de la claridad y la concisión.
Hay en día es evidente que la trama parece poco elaborada, pero si nos atenemos a los hechos hemos de reconocer que la historia resulta estar muy bien construida, la tensión y el misterio se mantienen durante todo el tiempo y la resolución es lógica y con cierto grado de espectacularidad.
Evidentemente, la cinta no puede juzgarse con la mentalidad actual y también está claro que los personajes no llegan a tener una verdadera dimensión. Incluso el sargento Heath (Eugene Pallette), cuya función es meramente cómica, está bastante torpemente dibujado. Pero el relato resulta interesante y la película es realmente entretenida. Michael Curtiz sabe centrarse en lo fundamental y su claridad en la exposición resulta tremendamente eficaz.
No podemos decir que sea una gran película, pero vista con la perspectiva del año de su realización, creo que podemos admitir que resulta un pasatiempo muy bien presentado.
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