El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 29 de agosto de 2023

Matando en la sombra



Dirección: Michael Curtiz.

Guión: Robert N. Lee y Peter Milne (Novela: S. S. Van Dine).

Música: Bernhard Kaun.

Fotografía: William Reese (B&W).

Reparto: William Powell, Mary Astor, Eugene Pallette, Ralph Morgan, Robert McWade, Robert Barrat, Frank Conroy, Etienne Girardot, James Lee, Paul Cavanaugh, Arthur Hohl, Helen Vinson, Jack LaRue.

Archer Coe (Robert Barrat), un hombre antipático que se ha granjeado no pocas enemistades, aparece muerto en su habitación, cerrada desde dentro. Todo parece indicar que se ha suicidado, pero el detective Philo Vance (William Powell) enseguida sospecha que se trata de un asesinato.

Matando en la sombra (1933) es una adaptación de una novela de S. S. Van Dine, un crítico de arte que tuvo cierto éxito como escritor de novelas de misterio en la década de 1920, creando al detective Philo Vance, protagonista de esta cinta.

La historia sigue las pautas más ortodoxas de este tipo de novelas, de las que Agatha Christie sería la más famosa representante, con tres actos bien definidos.

La primera parte es una mera introducción donde se va presentando a los personajes principales vinculándolos con Archer Coe y exponiendo brevemente los motivos por los que podrían desear su muerte. Es un proceso rápido y bastante elemental que no busca profundizar en los personajes, sino tan solo crear las condiciones para el desarrollo del resto de la trama.

La segunda parte comienza con el crimen de Archer y las primeras investigaciones de Vance que se descubre desde el principio como un fino sabueso, en contrapartida con la policía, mucho más torpe y sin ideas claras sobre lo sucedido. La aparición de un segundo cadáver complica la trama y añade un interesante punto de interés que, sumado más tarde a otro intento de asesinato, suponen el punto culminante de la tensión planteada.

La última parte es lógicamente la del desenlace, donde Vance expone los hechos, en una escena con una maquetas muy ilustrativa, para que nadie se pierda un detalle, y descubre al culpable.

Todo muy clásico y además sumamente elemental. Quizá sea el principal defecto de la trama: el guión no se anda con florituras y va directo al grano desde el principio. No hay lugar para nada ajeno a lo que importa: plantear la intriga, mostrar las indagaciones de Vance y explicar claramente el desenlace. De ahí la brevedad de la cinta y la extrema sencillez del planteamiento y el desarrollo.

Hemos de entender que estamos en 1933 y el cine aún estaba dando sus primeros pasos, especialmente el sonoro. De ahí que este tipo de historias, que podrían resultar algo confusas, se enfocaran desde la premisa de la claridad y la concisión.

Hay en día es evidente que la trama parece poco elaborada, pero si nos atenemos a los hechos hemos de reconocer que la historia resulta estar muy bien construida, la tensión y el misterio se mantienen durante todo el tiempo y la resolución es lógica y con cierto grado de espectacularidad.

Evidentemente, la cinta no puede juzgarse con la mentalidad actual y también está claro que los personajes no llegan a tener una verdadera dimensión. Incluso el sargento Heath (Eugene Pallette), cuya función es meramente cómica, está bastante torpemente dibujado. Pero el relato resulta interesante y la película es realmente entretenida. Michael Curtiz sabe centrarse en lo fundamental y su claridad en la exposición resulta tremendamente eficaz. 

No podemos decir que sea una gran película, pero vista con la perspectiva del año de su realización, creo que podemos admitir que resulta un pasatiempo muy bien presentado. 

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