El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 12 de agosto de 2023

Las diabólicas




Dirección: H. G. Clouzot.

Guión: H. G. Couzot y Jérôme Géronimi (Novela: Pierre Boileau y Thomas Narcejac).

Música: Georges van Parys.

Fotografía: Armand Thirard (B&W).

Reparto: Simone Signoret, Véra Clouzot, Paul Meurisse, Charles Vanel, Jean Brochard, Thérèse Dorny, Michel Serrault, George Chamarat, Noël Roquevert, Pierre Larquey. 

Hartas de Michel Delasalle (Paul Meurisse), un hombre agresivo y déspota, su esposa Christina (Véra Clouzot) y su amante Nicole (Simone Signoret) planean asesinarlo.

Hay películas que entran en la historia del cine por la repercusión y el impacto provocado en el momento del estreno más que por su calidad intrínseca. Las diabólicas (1955) es una de esas obras.

El punto fuerte de la película es sin duda el guión, realmente ingenioso, cargado de fuerza, con una tensión que no hace sino crecer a cada instante y un misterio con notas sobrenaturales que no se desvelará hasta el mismísimo final.

Gracias pues a este medido argumento, Clouzot mantiene al público expectante, tan sorprendido como la propia Christina cuando desaparece el cadáver de su esposo misteriosamente, muy bien interpretada por la esposa del director, Véra Clouzot, incapaz de comprender lo que sucede y a punto de un ataque fatal en todo momento.

Lo llamativo es la manera de escenificar las escenas decisivas, con cierto toque morboso, lo que no era habitual en la época, donde se solía ser mucho menos explicito.  Pero Clouzot se toma su tiempo en los momentos clave, como el del asesinato de Michel y el laborioso traslado del cuerpo hasta el colegio para arrojarlo a la piscina. Son instantes cruciales y el director los ejecuta con parsimonia, de manera que contribuye también con esa lentitud a exasperar los nervios de los espectadores y darle un tono muy dramático, cercano al cine de terror, a su discurso.

Es verdad que el argumento, si lo analizamos con detenimiento, presenta algunos puntos oscuros y la figura del policía retirado (Charles Vanel) tampoco encaja con naturalidad en la historia, pero el conjunto resulta tan inquietante que uno se olvida de esos pequeños detalles.

Lo realmente sorprendente de la historia llega en los minutos finales, con un par de giros argumentales realmente sorprendentes. Es verdad, sin embargo, que el recurrir a trampas similares con demasiada frecuencia y a menudo de manera chapucera arruina muchas películas de corte similar; pero el acierto del guión es que estos giros están muy inteligentemente presentados, no somos capaces de preverlos y suponen un final que casa realmente bien con la intriga presentada durante toda la película. De manera que aunque admitiendo que hemos sigo engañados, el resultado no es malo.

De hecho, es tan importante el final que la propaganda de la época pedía al público que hubiese visto la cinta que no desvelase el final a quienes aún no la vieran.  

De todas maneras, que una película gire sobre una intriga no suele ser lo más recomendable y por aquí podemos encontrar algunos de los puntos débiles de Las diabólicas, como que no se profundiza lo suficiente en los personajes principales o que algunas escenas resultan un tanto repetitivas sin aportar mucho a la historia, como las de los vecinos de la casa de Nicole en Niort o algunas del colegio.

Alfred Hitchcock estaba interesado en los derechos de la novela "Celle qui n'était plus", en que se basa Las diabólicas, pero Clouzot se le anticipó. Para compensarlo, los autores de dicho libro le escribieron otro en el que se basó el director inglés para rodar Vértigo (De entre los muertos) (1958).

Más que en la actualidad, donde hemos visto ya muchas historias realmente retorcidas, hay que imaginarse lo que supuso la película para los espectadores en el momento de su estreno, que se quedarían asombrados ante un film avanzado a su época, muy audaz y muy explícito.

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