El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 21 de agosto de 2023

Los cautivos



Dirección: Budd Boetticher.

Guión: Burt Kennedy (Novela: Elmore Leonard).

Música: Heinz Roemheld.

Fotografía: Charles Lawton, Jr.

Reparto: Randolph Scott, Richard Boone, Maureen O'Sullivan, Skip Homeier, Henry Silva, John Hubbard, Arthur Hunnicutt, Robert Burton, Fred Sherman, Christopher Olsen. 

Pat Brennan (Randolph Scott) regresa a su rancho en una diligencia donde viajan dos recién casados. Al llegar a una parada, son asaltados por tres bandidos.

En una época en la que el western empezaba a estar en crisis, Budd Boetticher realizó una serie de películas de serie B en las que le daba una vuelta de tuerca al género, centrándose más en aspectos psicológicos que épicos. Son films modestos, con pocos elementos y sin demasiada acción, donde el director ofrece una nueva imagen del héroe del Oeste. 

En estas películas, la estrella era Randolph Scott, quien precisamente por estos trabajos se ganaría una cierta reputación, a pesar de que el éxito le llegase ya en su madurez.

Los cautivos (1957) nos plantea la tensa situación que se establece entre Frank Usher (Richard Boone) y sus dos compinches, Billy Jack (Skip Homeier) y Chink (Henry Silva), y sus víctimas, Pat, Willard Mims (John Hubbard) y su esposa Doretta (Maureen O'Sullivan), conocedores de que cuando los bandidos obtengan el rescate que han pedido al padre de Doretta, los matarán.

De ahí que Willard intente salvar su vida con un acto de traición hacia su esposa, que de todos modos no le saldrá bien porque, curiosamente, Usher es un hombre que admira el valor y la integridad y no puede soportar a individuos cobardes y rastreros como Willard. Ni siquiera soporta a sus dos compañeros, descerebrados sanguinarios con los que no comparte gran cosa. 

En cambio, Usher admira a Pat por su entereza y su sinceridad. Tal vez ve en él a alguien que le hubiera gustado ser, pero nadie puede luchar contra su naturaleza y finalmente Usher será incapaz de contentarse con salvar su vida y perder el dinero del rescate. Su maldad y su ambición serán su ruina.

Si las intenciones del guión son más que interesantes, pues todos los personajes principales tienen profundidad y están bien desarrollados, el problema principal de Los cautivos es la poca solidez de un guión un tanto ingenuo y muy predecible.

Para empezar, el hecho de que Usher perdone la vida a Pat no tiene ningún sentido. La explicación es que el protagonista no puede desaparecer al comienzo de la historia, pero el argumento podría haber trabajado algo mejor este detalle, pues condiciona el resto de la película y no resulta para nada lógico. Como también resulta demasiado forzado el romance entre Pat y Doretta en un momento en que sus vidas penden de un hilo. Parece que el guionista no fue capaz de evitar un nuevo tópico y cedió a la costumbre de intercalar la consabida historia de amor, aunque no sea muy verosímil.

Como también resulta un tanto estereotipada la caracterización de los dos esbirros de Usher que, al contrario que éste o Pat, no parecen personajes reales, sino prototipos poco convincentes. Y lo mismo podemos decir del modo en que Pat consigue deshacerse de Billy Jack, pues de nuevo observamos un guión demasiado infantil a la hora de afrontar un momento tan importante.

Aunque el reparto carezca de primeras figuras, sí que contamos con Maureen O'Sullivan, que había destacado de joven como Jane en las aventuras de Tarzán, amén de ser la madre de Mia Farrow. Su papel es muy interesante: el de una mujer que ya pasó la edad ideal para casarse y que acepta a un marido que sabe que no la quiere para escapar de su soledad y con la esperanza de poder llegar a ser feliz junto a él con el tiempo.

Resumiendo, a pesar de las buenas intenciones, Los cautivos queda empequeñecida por un guión demasiado simple como para aportar la necesaria profundidad a la historia, que se queda más en las intenciones que en resultados convincentes. A pesar de lo cuál, resultará un western menor bastante entretenido para los seguidores del género.

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