Dirección: Nicolas Bedos.
Guión: Jean-François Halin (Novelas: Jean Bruce).
Música: Nicolas Bedos y Anne-Sophie Versnaeyen.
Fotografía: Laurent Tangy.
Reparto: Jean Dujardin, Pierre Niney, Fatou N'Diaye, Natacha Lindinger, Wladimir Yordanoff, Gilles Cohen, Habib Dembele, Ivan Franek, Pol White.
El agente OSS 117 (Jean Dujardin) es enviado a África para ayudar a sofocar una rebelión inminente en un país amigo de Francia y al mismo tiempo encontrar al agente OSS 1001 (Pierre Niney), del que no se tienen noticias.
Tercera entrega de la serie protagonizada por esta parodia de James Bond, tras OSS 117: El Cairo nido de espías (Michel Hazanavicius, 2006) y OSS 117: Perdido en Río (Michel Hazanavicius, 2009). OSS 117: Desde África con amor (2021) intenta seguir con la saga pero ya sin la fuerza de la primera entrega.
Suele pasar con las series, que se renuevan temporada tras temporada hasta acabar estropeando un buen comienzo por falta de ideas y repetición de las viejas hasta aburrir. Exactamente lo mismo se le podría aplicar a esta película, que repite la fórmula de las dos primeras pero donde es evidente que la chispa se va perdiendo y las mismas bromas que antes resultaban originales ahora ya no surgen efecto.
Tal vez por eso el guión le proporciona un compañero a OSS 117, un novato que en muchos aspectos supera al veterano, y no solamente en tecnología, sino en capacidad física. Y uno de los aspectos novedosos de esta entrega es que incide en que el agente OSS 117 empieza a acusar el paso de los años, con gatillazo incluido.
Lo que no ha perdido el protagonista son sus señas de identidad más reconocibles: sigue siendo un patriota de derechas, racista, machista y bocazas. En esta ocasión lucirá sus prejuicios en África, a pesar de sus intentos de disimularlos, pero terminando por salir a flote por sí solos.
A parte que son unos chistes que ya no resultan muy sorprendentes, el problema de OSS 117: Desde África con amor es que el nivel de comicidad es muy pobre. Hay aún algún detalle que salva los muebles, pero son demasiado escasos como para levantar una historia que la mayor parte de las veces roza el ridículo. Además, se nota una cierta torpeza a la hora de llevar la película con cierta soltura, dando la sensación por momentos de que la acción se atasca y la fluidez brilla por su ausencia.
Incluso, algunos de los chistes seguramente resultan incomprensibles para muchos espectadores, como el detalle de los diamantes que le regalan al presidente de la república Valéry Giscard d'Estaing y que hace referencia a un escándalo sucedido realmente y que le costaría la presidencia en 1981, al ser acusado de recibir diamantes de manos del emperador Bokassa I.
La única nota realmente positiva es ver que Jean Dujardin no ha perdido la gracia y sigue ofreciendo una mezcla de torpeza y encanto hortera que le sientan como un guante. Pierre Niney, al que considero un muy buen actor, no me parece a la altura y no por su culpa, sino porque su personaje carece de encanto y de frescura y acaba por resultar hasta antipático.
Espero que termine aquí esta saga, pues creo que si sigue por este camino no tiene ya mucho más que ofrecernos.
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