Dirección: John Cromwell.
Guión: Oliver H. P. Garrett y Steve Fisher.
Música: Marlin Skiles.
Fotografía: Leo Tover (B&W).
Reparto: Humphrey Bogart, Lizabeth Scott, Morris Carnovsky, Charles Cane, William Prince, Marvin Miller, Wallace Ford, James Bell, George Chandler.
Un hombre llamado Rip Murdock (Humphrey Bogart) entra en una iglesia escapando de la policía, allí le cuenta a un sacerdote (James Bell) el motivo de sus problemas.
Callejón sin salida (1947), una retorcida historia que guarda sus claves hasta el final, es otro ejemplo de la nutrida nómina de películas de cine negro clásicas tan interesantes como atractivas.
Callejón sin salida es una historia de lealtad, la de Rip por su compañero de armas, Johnny Drake (William Prince), que huye misteriosamente cuando iba a ser condecorado y, siguiendo sus pasos, Rip lo encuentra en un depósito de cadáveres.
Descubre además que su amigo había confesado haber cometido un crimen en el pasado y a partir de ahí va conociendo a las personas implicadas en ese acontecimiento, como Coral Chandler (Lizabeth Scott), la viuda del hombre asesinado de la que Rip se enamora aún sin quererlo.
Como suele ser habitual en este tipo de películas, el argumento se va complicando a medida que avanzamos pero, en el fondo, no importa demasiado. La finalidad de este tipo de películas no es servir una intriga que se despejará nítidamente, al estilo de los films policíacos, sino más bien mostrar un repertorio de tipos marginales, muchas veces lastimados sin piedad por su pasado, que se mueven en ambientes turbios sacando a relucir lo peor de la naturaleza humana. De hecho, el argumento de la cinta no es tan sólido como nos hubiera gustado y sirve básicamente para poder crear la intriga y el universo en que se mueven los personajes. En este sentido, Callejón sin salida es un ejemplo muy válido del género, pues no renuncia a ninguna de sus señas de identidad más típicas.
Contada casi toda la historia en flash back por el protagonista, su voz en off domina casi toda la película y si bien aporta una nota trágica interesante, también es cierto que su tono resulta a veces algo rebuscado y pedante, de una teatralidad un tanto excesiva. Es el detalle en el que veo que la película ha acusado más el paso del tiempo.
Bogart interpreta de nuevo el personaje típico de su carrera, si bien choca un poco ver a un gerente de una compañía de taxis comportarse como si hubiera vivido toda su vida en los bajos fondos. Es un elemento del argumento que no me termina de convencer. A su lado, la hermosa Lizabeth Scott, de curioso parecido con Lauren Bacall, y que da vida a un mujer fatal de las más astutas que hemos visto en el género. No solamente juega con Rip a su antojo, sino que incluso a los espectadores, a pesar de las pistas que nos va dejando el relato, nos cuesta no creerla. O tal vez, como Rip, es que estamos deseando que nuestros temores sean infundados.
Sin duda, lo mejor de la película es el ambiente en el que pululan los personajes, los diálogos secos, cínicos y cargados de pólvora y en especial el misterio que envuelve al pasado de Johnny y que no descubriremos por completo hasta el último instante.
Sin llegar a situarse entre las mejores películas del género, sí que proporciona los suficientes ingredientes para considerarla una película bastante recomendable.
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