Dirección: Henry Hathaway.
Guión: Casey Robinson y Liam O'Brien (Novela: Peter Cheyney).
Música: Sol Kaplan.
Fotografía: Lucien Ballard (B&W).
Reparto: Tyrone Power, Matricial Neal, Stephen McNally, Hildegarde Neff, Karl Malden, James Millican, Stefan Schnabel, Herbert Berghof, Arthur Blake.
Las autoridades del Departamento de Estado norteamericano envían a su correo Mike Wells (Tyrone Power) a Salzburgo para que se reúna con su colega y amigo Sam Carew (James Millican), quien debe entregarle unos importantes documentos secretos.
Correo diplomático (1952) es un film de intriga modesto que funciona correctamente como pasatiempo sencillo, pero al que le falla el guión.
La base de la película es realmente interesante: la acción transcurre en 1950 y Mike Wells, un correo diplomático estadounidense, es enviado a reunirse en Salzburgo con un colega que viene de Bucarest, en la zona comunista europea, y que le hará entrega de una importante información sobre la URSS.
Sin embargo, un trabajo en apariencia sencillo se complicará terriblemente, pues Carew, sabiéndose acechado por agentes comunistas, no solo no podrá entregarle la información a Mike, sino que será asesinado, sin que Mike sepa qué ha sido de los documentos.
Un comienzo que sin duda nos recuerda a las intrigas del estilo de Alfred Hitchcock, con un Henry Hathaway que sabe moverse con habilidad en estas secuencias que transcurren en un tren, logrando mantener la tensión en todo momento.
El problema es que a este esperanzador comienzo le sigue un desarrollo un tanto confuso a partir de ahí, donde, al igual que Mike Wells, los espectadores estaremos desconcertados sobre lo que sucede durante demasiado tiempo. Los personajes tardan en desvelar su juego y parecen cambiar de bando según se escuche una u otra versión de los hechos. El inconveniente de este planteamiento es que no sabemos bien en qué dirección se mueve la trama y llega un momento en que nos domina más el despiste que la intriga, lo cuál no es muy acertado.
Incluso el personaje de Mike Wells ayuda bastante a nuestro despiste, pues si esperábamos un héroe que cogiera la situación en mano y se moviera con paso firme, estaríamos del todo equivocados. Mike es un correo que en el papel de espía se muestra torpe, cae en todas las trampas que le tienden y al final sentimos más lástima por él que otra cosa. No es un mal planteamiento pero, unido al confuso desarrollo de la historia, no ayuda a que nos centremos en el argumento. Además, algunos momentos y giros no resultan tampoco demasiado convincentes, por lo que el argumento al final parece cogido un poco con alfileres.
Pero quizá el elemento menos logrado es que los personajes no terminan de tener una dimensión profunda, con lo que todo lo que les acontece no nos afecta demasiado. Quizá si el argumento dejara de lado en algún momento la trama de espionaje y le dedicara algo más de tiempo a profundizar en los protagonistas la historia habría ganado en dimensión humana, lo cuál sin duda habría sido muy beneficioso para el conjunto. Incluso habría sido necesario desarrollar mejor a los malos para que su presencia fuera percibida con mayor impacto, porque en realidad nunca terminan de adquirir mucha entidad, con lo que su potencial dramático es menor del deseable.
Pero el guión prefiere centrarse en hechos y es cierto que la película es bastante entretenida y siempre están sucediendo cosas que nos mantienen metidos en la trama, pero de manera algo impersonal. Sin un guión tan superficial, la película habría ganado muchos enteros.
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