El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 24 de agosto de 2023

Caprichos del destino



Dirección: Sydney Pollack.

Guión: Kurt Luedtke (Novela: Warren Adler).

Música: Dave Grusin.

Fotografía: Philippe Rousselot.

Reparto: Harrison Ford, Kristin Scott Thomas, Charles S. Dutton, Bonnie Hunt, Dennis Haysbert, Richard Jenkins, Paul Guilfoyle, Susanna Thompson, Peter Coyote, Dylan Baker, Susan Floyd, Lynne Thigpen, Kate Mara. 

Tras un accidente de avión en el que muere su esposa (Susanna Thompson), el policía "Dutch" Van Den Broek (Harrison Ford) descubre que le era infiel y volaba precisamente con su amante (Peter Coyote) para pasar un fin de semana en Miami.

Lo más deseable de Caprichos del destino (1999) es que ofrece un romance que se aleja bastante de las historias de amor que solemos ver en el cine. Aquí la relación entre Dutch y Kay (Kristin Scott Thomas) se inicia cuando ambos descubren que sus parejas los engañaban. Sin duda, un punto de partida realmente original.

Además, la reacción de ambos es totalmente diferente. Mientras Dutch se muestra obsesionado con conocer los detalles de esa relación, los cuando, cómo y por qué, para intentar comprender a su esposa y entender también su matrimonio, Kay es mucho más fría y pragmática y piensa sobre todo en su hija (Kate Mara) y en pasar página cuanto antes.

Ambas maneras de afrontar ese drama son un tanto radicales. Podríamos pensar que Kay no amaba a su esposo y, por el contrario, que Dutch amaba tanto a su mujer que le es imposible asumir la verdad. Por eso su romance resulta un poco incomprensible. Y la película tampoco se esfuerza en explicarlo. Cabría pensar en una fuerte atracción mutua inicial que derivara luego en amor. 

De todas maneras, una cosa es evidente: tras un arranque realmente interesante y muy bien expresado, con la intensidad del drama de los protagonistas al descubrir por sorpresa las muertes de sus parejas, la película se pierde justo en la parte más importante, la del romance entre Dutch y Kay. No entiendo la elección del director de mostrarse realmente frío precisamente cuando tenía todo a mano para crear una bonita historia de amor y de dolor, de consuelo y esperanza. Durante toda la esta parte del film esperaba alguna escena poderosa, diálogos reveladores del dolor y el deseo de los protagonistas y lamentablemente Sydney Pollack no es capaz de ofrecernos nada de nada.

Es cierto que se nota su oficio con una puesta en escena elegante y un desarrollo preciso, pero en una historia como está es necesario insuflar vida a los encuentros de Dutch y Kay, convertirnos en cómplices de su drama y de su esperanza. Por desgracia, no se consigue.

Por eso Caprichos del destino se queda en una especie de oportunidad perdida, un film que desperdicia su potencial y nos deja un tanto frustrados. Incluso el trabajo de Harrison Ford me pareció contagiado de esa frialdad, dejando sus gestos como apagados. Por suerte, contamos con Kristin Scott Thomas, una actriz maravillosa aunque necesitaba un papel más definido.

Sin restarle méritos a una producción muy cuidada, la película no llega a cuajar.

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