El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 14 de agosto de 2023

Corazón de hielo



Dirección: Gordon Douglas.

Guión: Harry Brown (Novela: Horace McCoy).

Música: Carmen Dragon.

Fotografía: Peverell Marley (B&W).

Reparto: James Cagney, Barbara Payton, Helena Carter, Ward Bond, Luther Adler, Barton MacLane, Steve Brodie, Rhys Williams, Herbert Heyes, John Litel, Neville Brand.

Ralph Cotter (James Cagney), un peligroso criminal, logra fugarse de la cárcel. Ya en la calle, empieza a planificar sus siguientes trabajos. 

Tras el éxito el año anterior de Al rojo vivo (Raoul Walsh), James Cagney produce con su hermano William Corazón de hielo (1950), donde vuelve a interpretar a un criminal psicópata, aunque la cinta no logrará igualar la calidad de la anterior.

La historia de Corazón de hielo no deja de ser un tanto curiosa, con algunos detalles no del todo convincentes, como que Ralph lleve una vida normal tras fugarse, sin que en apariencia tema que la policía pueda buscarlo.

Pero dejando estos detalles al lado, la cinta es un retrato bastante sombrío de los bajos fondos, con abogados de más que dudosa reputación, policías corruptos y una serie de personajes oscuros y peligrosos entre los que se mueve con una inusual soltura Ralph Cotter, que demuestra poseer una gran inteligencia, falta absoluta de escrúpulos y una inclinación a la violencia insana.

Pero además, Ralph tiene un extraño atractivo que hace que las mujeres terminen enamorándose de él, como la inocente Margaret (Helena Carter), que incluso acaba casándose con él ignorante de que es un asesino. O como Holiday (Barbara Payton), una buena chica a la que termina engañando además de mentirle sobre la muerte de su hermano (Neville Brand), asesinado por el propio Cotter durante su fuga del campo de trabajo de la prisión.

Gordon Douglas se sirve de un largo flash back para contarnos la historia de Cotter, siguiendo el modelo implementado por Orson Welles en Ciudadano Kane (1941) y mantiene con acierto un ritmo ágil en todo momento. La  puesta en escena es sencilla, siempre al servicio de lo narrado, con lo que no hay nada que nos distraiga de lo fundamental: el retrato de un delincuente realmente peligroso.

Pero sin duda lo más destacable de la película es contar con James Cagney, que dominaba este tipo de individuos violentos y desquiciados como nadie. Es un placer verle en los diferentes registros de su personaje para comprender la solvencia del mejor gangster de la historia del cine, con permiso del Marlon Brando de El padrino (Francis Ford Coppola, 1972). A su lado, destacar a Barbara Payton, descubierta precisamente por Cagney y su hermano William y que desgraciadamente falleció demasiado pronto, con tan solo 39 años, por culpa de problemas derivados de su alcoholismo, y al maravilloso Ward Bond, alejado del western, donde brilló especialmente como secundario en muchas películas de John Ford, en un papel de malvado que encarna con su solvencia habitual.

Sin ser una obra de referencia del género negro, Corazón de hielo es un relato con la fuerza y el drama suficientes como para atraparnos en uno de esos discursos trágicos tan característicos del género. Muy recomendable.

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