Dirección: Lawrence Kasdan.
Guión: Dan Gordon y Lawrence Kasdan.
Música: James Newton Howard.
Fotografía: Owen Roizman.
Reparto: Kevin Costner, Dennis Quaid, Gene Hackman, Joanna Going, Michael Madsen, Linden Ashby, Catherine O'Hara, David Andrews, Mark Harmon, Bill Pullman, Isabella Rossellini, Jeff Fahey, Tom Sizemore, JoBeth Williams, Mare Winningham, Jim Caviezel, Annabeth Gish.
Después de trasladarse con su familia al Oeste, el joven Wyatt Earp (Kevin Costner) decide regresar a Missouri para estudiar leyes y casarse con Urilla (Annabeth Gish), la joven de la que está enamorado.
Lawrence Kasdan no era un novato en el western ya que en 1985 había rodado Silverado, una película que había tenido un cierto éxito. De ahí que no sorprenda que vuelva al género asociándose con Kevin Costner, que ya había trabajado con él en Silverado precisamente. Viendo Wyatt Earp tenemos la sensación de que el director se propuso hacer un western épico, una gran historia en torno a uno de los personajes más famosos del Oeste americano. Ya la duración excesiva de la película nos previene claramente de sus intenciones.
El problema es que Kasdan se queda en la superficie del relato, que brilla por su excelente producción, cuidando de todos los detalles con esmero, incluida una preciosa fotografía. Sin embargo, la historia resulta demasiado clásica en su concepción, y en este caso clásica no significa precisamente buena, sino que un western de 1994 no debería resultar tan encorsetado y tan escasamente imaginativo. Sigue las pautas más convencionales y de ahí que resulte un espectáculo sin alma.
Wyatt Earp es una biografía sobre este conocido personaje donde da la sensación de que más que un acercamiento sincero, el director busca solamente la épica, forjar una imagen inmaculada del héroe, pero centrándose en sus actos; conoceremos así al shérif valiente, mientras que en el fondo terminamos la película sin conocer a la persona, pues incluso en los pasajes más íntimos del relato el guión muestra reacciones demasiado teatrales como para sentirlas como auténticas. La impresión que sacas al ver el relato de la vida de Earp es que es todo un conjunto de momentos orquestados para enfatizar el mito sobre su persona, pero el director nunca fue capaz de llegar al ser humano, al menos yo no he sentido un retrato sincero del protagonista.
Un elemento que vendría a subrayar precisamente ese intento de crear algo más grande que la vida misma es la presencia constante de la música resaltando cada instante un poco importante de la historia; y como ésta se compone solamente de momentos importantes, tenemos a la música golpeándonos sin descanso durante casi todo el metraje. Este recurso lo hemos visto a menudo en films clásicos, de ahí que se refuerce la idea de la absoluta falta de imaginación de la propuesta, que pretende otorgar dramatismo o romanticismo a las escenas mediante la banda sonora, algo que sería casi innecesario si el guión hubiera sido capaz de crear una historia con suficiente profundidad. Y es que, sinceramente, ni en los momentos más dolorosos en la vida de Wyatt me sentí realmente conmovido por lo que estaba viendo. Y ese es el defecto más importante de la cinta: su absoluta falta de sensibilidad para calarnos con su relato.
Incluso el tener a Kevin Costner como protagonista es otro elemento más que resta fuerza a la historia, pues se muestra absolutamente inexpresivo en los momentos cruciales y termina quitándole grandeza y fuerza a su personaje. Pero el problema que veo con Costner en realidad se podría extender al resto de compañeros de reparto, que no me convencieron demasiado.
Es triste comprobar cómo la cantidad no termina ofreciéndonos una calidad pareja. Porque aquí hay cantidad de medios, de metraje y de momentos dramáticos suficientes como para crear una historia profunda y, sin embargo, Kasdan termina perdido en un intento que busca desesperadamente la grandiosidad y se queda en aspavientos vacíos.
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