El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 20 de agosto de 2023

Wyatt Earp



Dirección: Lawrence Kasdan.

Guión: Dan Gordon y Lawrence Kasdan.

Música: James Newton Howard.

Fotografía: Owen Roizman.

Reparto: Kevin Costner, Dennis Quaid, Gene Hackman, Joanna Going, Michael Madsen, Linden Ashby, Catherine O'Hara, David Andrews, Mark Harmon, Bill Pullman, Isabella Rossellini, Jeff Fahey, Tom Sizemore, JoBeth Williams, Mare Winningham, Jim Caviezel, Annabeth Gish.

Después de trasladarse con su familia al Oeste, el joven Wyatt Earp (Kevin Costner) decide regresar a Missouri para estudiar leyes y casarse con Urilla (Annabeth Gish), la joven de la que está enamorado. 

Lawrence Kasdan no era un novato en el western ya que en 1985 había rodado Silverado, una película que había tenido un cierto éxito. De ahí que no sorprenda que vuelva al género asociándose con Kevin Costner, que ya había trabajado con él en Silverado precisamente. Viendo Wyatt Earp tenemos la sensación de que el director se propuso hacer un western épico, una gran historia en torno a uno de los personajes más famosos del Oeste americano. Ya la duración excesiva de la película nos previene claramente de sus intenciones. 

El problema es que Kasdan se queda en la superficie del relato, que brilla por su excelente producción, cuidando de todos los detalles con esmero, incluida una preciosa fotografía. Sin embargo, la historia resulta demasiado clásica en su concepción, y en este caso clásica no significa precisamente buena, sino que un western de 1994 no debería resultar tan encorsetado y tan escasamente imaginativo. Sigue las pautas más convencionales y de ahí que resulte un espectáculo sin alma.

Wyatt Earp es una biografía sobre este conocido personaje donde da la sensación de que más que un acercamiento sincero, el director busca solamente la épica, forjar una imagen inmaculada del héroe, pero centrándose en sus actos; conoceremos así al shérif valiente, mientras que en el fondo terminamos la película sin conocer a la persona, pues incluso en los pasajes más íntimos del relato el guión muestra reacciones demasiado teatrales como para sentirlas como auténticas. La impresión que sacas al ver el relato de la vida de Earp es que es todo un conjunto de momentos orquestados para enfatizar el mito sobre su persona, pero el director nunca fue capaz de llegar al ser humano, al menos yo no he sentido un retrato sincero del protagonista.

Un elemento que vendría a subrayar precisamente ese intento de crear algo más grande que la vida misma es la presencia constante de la música resaltando cada instante un poco importante de la historia; y como ésta se compone solamente de momentos importantes, tenemos a la música golpeándonos sin descanso durante casi todo el metraje. Este recurso lo hemos visto a menudo en films clásicos, de ahí que se refuerce la idea de la absoluta falta de imaginación de la propuesta, que pretende otorgar dramatismo o romanticismo a las escenas mediante la banda sonora, algo que sería casi innecesario si el guión hubiera sido capaz de crear una historia con suficiente profundidad. Y es que, sinceramente, ni en los momentos más dolorosos en la vida de Wyatt me sentí realmente conmovido por lo que estaba viendo. Y ese es el defecto más importante de la cinta: su absoluta falta de sensibilidad para calarnos con su relato. 

Incluso el tener a Kevin Costner como protagonista es otro elemento más que resta fuerza a la historia, pues se muestra absolutamente inexpresivo en los momentos cruciales y termina quitándole grandeza y fuerza a su personaje. Pero el problema que veo con Costner en realidad se podría extender al resto de compañeros de reparto, que no me convencieron demasiado. 

Es triste comprobar cómo la cantidad no termina ofreciéndonos una calidad pareja. Porque aquí hay cantidad de medios, de metraje y de momentos dramáticos suficientes como para crear una historia profunda y, sin embargo, Kasdan termina perdido en un intento que busca desesperadamente la grandiosidad y se queda en aspavientos vacíos.

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