El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 30 de agosto de 2023

Un extraño en mi vida



Dirección: Richard Quine.

Guión: Evan Hunter (Novela: Evan Hunter).

Música: George Duning.

Fotografía: Charles Lang, Jr.

Reparto: Kirk Douglas, Kim Novak, Ernie Kovacs, Barbara Rush, Walter Matthau, Virginia Bruce, Kent Smith, Helen Gallagher, John Bryant, Roberta Shore, Nancy Kovack.

En el momento en que Larry Coe (Kirk Douglas) ve por primera vez a su nueva vecina Margaret (Kim Novak) se siente atraído por ella y hará todo lo posible por conocerla.

Un extraño en mi vida (1960) es una historia sobre un adulterio. Lo bueno es que el enfoque que le da el guión no busca escandalizar ni dramatizar con el tema, sino que el relato es comedido y certero, no cediendo a la tentación fácil de tomar el camino más escandaloso.

Se nota que la cinta se basa en una novela, pues en lugar de que el guión se enfoque exclusivamente sobre las relaciones extramatrimoniales de la pareja protagonista, Hunter construye toda una historia en torno a Larry y Margaret, tomándose el tiempo de profundizar en sus vidas, necesidades, deseos y frustraciones. De esta manera, el trabajo de Larry como arquitecto cobra también su importancia en la historia, no es un adorno, sino que sirve para comprenderlo y ahondar en su manera de ser. Es la importancia de partir de una novela: hay todo un relato denso y extenso sobre la vida de los protagonistas, pero también sobre sus parejas y sus vecinos.

En cuanto a Larry, vemos que es un artista, con el temperamento propio del mismo. Es apasionado, decidido, ambicioso; y por eso la atracción que siente hacia Margaret no puede contentarse con la contemplación pasiva. Larry se lanza a la conquista sin rodeos y cuando ella le pregunta qué desea le responde con franqueza: hacerle el amor.

Ella, por su parte, es una mujer que necesita más pasión en su vida que la que le proporciona un marido (John Bryant) reprimido al que le escandalizan ciertas manifestaciones abiertas del deseo. Por cierto, encuentro a Kim Novak realmente atractiva en esta película. Es cierto que me sigue pareciendo una actriz muy limitada, pero sí que al verla se comprende perfectamente que sus vecinos se sientan atraídos por su belleza.

Por eso resulta del todo lógico que ambos terminen juntos y viviendo una pasión que los desborda. Pero algo más nacerá de esa unión: el amor, porque acaban enamorándose sin remedio y eso complicará las cosas. Tienen una familia detrás y no será sencillo tomar una decisión.

Richard Quine se muestra elegante en la puesta en escena. No hay nada que destaque en su trabajo, que se rige por el clasicismo y el ritmo medido, pero es eficaz a la hora de desarrollar la historia. Tal vez es cierto que en un tema como este de pasión y de amor se eche en falta más intensidad a la hora de contar la historia. Falta intimidad en las conversaciones, no se percibe con la fuerza necesaria el dolor de los amantes ante los problemas de su relación y de su futuro. Es todo demasiado correcto. Quizá fuera la elección consciente del guionista, pero si es así no me parece la más conveniente. Cuando recuerdo otras películas similares, como Breve encuentro (David Lean, 1945), echo en falta aquí el ardor que nos emocione viviendo este romance.

Aún así, la película resulta profunda y aborda con respeto y sin prejuicios un tema tan delicado como universal.

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