El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 1 de agosto de 2023

La fugitiva



Dirección: Norman Foster.

Guión: Alan Campbell y Norman Foster (Historia: Sylvia Tate).

Música: Emil Newman y Arthur Lange.

Fotografía: Hal Mohr (B&W).

Reparto: Ann Sheridan, Dennis O'Keefe, Robert Keith, John Qualen, Frank Jenks, Ross Elliott, Jane Liddell, Joan Fulton, J. Farrell MacDonald. 

Frank Johnson (Ross Elliott) es testigo de un asesinato y aunque puede identificar al asesino, prefiere huir por miedo a que también lo maten si decide declarar.

Las ventajas de las películas de serie B, es decir, de bajo presupuesto, como es La fugitiva (1950), es que normalmente los directores de las mismas no se andan por las ramas y se centran en lo fundamental, con lo que si están bien filmadas y el argumento es interesante suelen ser películas muy entretenidas.

Y La fugitiva lo es por varios detalles. A la búsqueda de Frank por parte de la policía para obligarle a declarar, se une la de su esposa Eleanor (Ann Sheridan), cuando descubre que su esposo necesita una medicina para tratarse sus problemas de corazón. La figura de Eleanor se convertirá además en la pieza clave de la trama, pues su actitud inicial un tanto despectiva hacia los problemas de su esposo, al que no parece apreciar mucho, se irá transformando conforme lo busca y va descubriendo, en su trabajo y hablando con otros amigos de Frank, la verdadera personalidad de su marido. Eleanor comprenderá que en realidad no lo conocía demasiado bien y acabará por descubrir que él la ama y que ella, en realidad, también.

Quizá se puede achacar que todo esto es un tanto extraño, pues tras cuatro años casados no se explica muy bien el desconocimiento que Eleanor tiene sobre su marido. Pero de cualquier manera este paulatino acercamiento de Eleanor hacia él será el eje sobre el que gire el drama. Además, el guión tiene también un recurso muy inteligente: Eleanor es ayudada por un periodista, Legget (Denis O'Keefe), en su búsqueda de Frank, pues quiere hacer un reportaje en exclusiva. Sin embargo, en realidad es el asesino, cosa que descubrimos a mitad de la película, con lo que a partir de ahí la tensión sube al máximo, pues Eleanor está ayudando sin saberlo al asesino a encontrar a la única persona que puede identificarlo.

Legget, además, liquida a un par de personas más, con lo que su crueldad agranda su peligrosidad, dejando claro que no tendrá piedad con nadie, mientras Eleanor sigue confiando en él, ignorando quién es realmente.

Por si todo esto no fuera suficiente, la película cuenta con unos muy buenos diálogos, en especial en las conversaciones del inspector de policía encargado del caso, Martin Ferris (Robert Keith), con Eleanor, intentando convencerla de la necesidad de que su esposo declare.

Por desgracia, es justo en el desenlace cuando el director demuestra que le falta oficio. La preparación de todo el tramo final es muy buena, con el encuentro en el parque de atracciones y cómo se va incrementando la tensión conforme Legget se va acercando más a su objetivo. Y entonces, en el momento cumbre, Foster arruina el climax con una elección del modo de narrar el final realmente lamentable que estropea la tensión y resulta un tanto chapucera.

Lástima, pues La fugitiva no se merecía un final así. Pero a pesar de ello, creo que estamos ante un film muy entretenido, con una dosis de emoción notable y que, salvando algunos detalles, resulta una película más que recomendable.

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