Dirección: Norman Foster.
Guión: Alan Campbell y Norman Foster (Historia: Sylvia Tate).
Música: Emil Newman y Arthur Lange.
Fotografía: Hal Mohr (B&W).
Reparto: Ann Sheridan, Dennis O'Keefe, Robert Keith, John Qualen, Frank Jenks, Ross Elliott, Jane Liddell, Joan Fulton, J. Farrell MacDonald.
Frank Johnson (Ross Elliott) es testigo de un asesinato y aunque puede identificar al asesino, prefiere huir por miedo a que también lo maten si decide declarar.
Las ventajas de las películas de serie B, es decir, de bajo presupuesto, como es La fugitiva (1950), es que normalmente los directores de las mismas no se andan por las ramas y se centran en lo fundamental, con lo que si están bien filmadas y el argumento es interesante suelen ser películas muy entretenidas.
Y La fugitiva lo es por varios detalles. A la búsqueda de Frank por parte de la policía para obligarle a declarar, se une la de su esposa Eleanor (Ann Sheridan), cuando descubre que su esposo necesita una medicina para tratarse sus problemas de corazón. La figura de Eleanor se convertirá además en la pieza clave de la trama, pues su actitud inicial un tanto despectiva hacia los problemas de su esposo, al que no parece apreciar mucho, se irá transformando conforme lo busca y va descubriendo, en su trabajo y hablando con otros amigos de Frank, la verdadera personalidad de su marido. Eleanor comprenderá que en realidad no lo conocía demasiado bien y acabará por descubrir que él la ama y que ella, en realidad, también.
Quizá se puede achacar que todo esto es un tanto extraño, pues tras cuatro años casados no se explica muy bien el desconocimiento que Eleanor tiene sobre su marido. Pero de cualquier manera este paulatino acercamiento de Eleanor hacia él será el eje sobre el que gire el drama. Además, el guión tiene también un recurso muy inteligente: Eleanor es ayudada por un periodista, Legget (Denis O'Keefe), en su búsqueda de Frank, pues quiere hacer un reportaje en exclusiva. Sin embargo, en realidad es el asesino, cosa que descubrimos a mitad de la película, con lo que a partir de ahí la tensión sube al máximo, pues Eleanor está ayudando sin saberlo al asesino a encontrar a la única persona que puede identificarlo.
Legget, además, liquida a un par de personas más, con lo que su crueldad agranda su peligrosidad, dejando claro que no tendrá piedad con nadie, mientras Eleanor sigue confiando en él, ignorando quién es realmente.
Por si todo esto no fuera suficiente, la película cuenta con unos muy buenos diálogos, en especial en las conversaciones del inspector de policía encargado del caso, Martin Ferris (Robert Keith), con Eleanor, intentando convencerla de la necesidad de que su esposo declare.
Por desgracia, es justo en el desenlace cuando el director demuestra que le falta oficio. La preparación de todo el tramo final es muy buena, con el encuentro en el parque de atracciones y cómo se va incrementando la tensión conforme Legget se va acercando más a su objetivo. Y entonces, en el momento cumbre, Foster arruina el climax con una elección del modo de narrar el final realmente lamentable que estropea la tensión y resulta un tanto chapucera.
Lástima, pues La fugitiva no se merecía un final así. Pero a pesar de ello, creo que estamos ante un film muy entretenido, con una dosis de emoción notable y que, salvando algunos detalles, resulta una película más que recomendable.
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