Dirección: The Hughes Brothers.
Guión: Gary Whitta.
Música: Atticus Ross.
Fotografía: Don Burgess.
Reparto: Denzel Washington, Gary Oldman, Mila Kunis, Ray Stevenson, Jennifer Beals, Frances de la Tour, Michael Gambon, Tom Waits, Malcolm McDowell.
En medio de un país devastado tras una guerra, un caminante solitario se dirige hacia el oeste de los Estados Unidos llevando consigo un misterioso libro.
El libro de Eli (2010) es una película ambiciosa, se percibe nada más empezar, con una cuidadosa puesta en escena, la utilización de la cámara lenta, la sensación de que vamos a presenciar algo grande. Por eso la decepción aún es mayor, porque el mensaje resulta ridículo.
Inevitablemente es un film que recuerda a La carretera (John Hillcoat, 2009), otra historia de parecida estética e igualmente un tanto pobre en contenido. Pero al menos no engañaba tanto como El libro de Eli, que juega con un misterio en torno al libro que transporta el caminante durante mucho tiempo para, al final, salir con una historia muy poco profunda y mucho menos apasionante.
Porque lo que lleva y protege con tanto afán Eli (Denzel Washington) es una biblia, la única que se salvó de la quema de libros que tuvo lugar tras la guerra, pues se culpaba a los libros de ser los causantes de la misma. Eli se revela como una especie de profeta que, guiado por una voz interior, lleva al libro sagrado al oeste, donde estará a salvo y podrá ser difundido.
Un mensaje un tanto curioso, una especie de resurrección de la fe que casa realmente muy mal con la violencia con la que Eli realiza su tarea que, en otro giro extraño del guión, dura nada menos que treinta años. Treinta años para ir del este al oeste, matando a villanos y permaneciendo inmune a disparos, golpes y cuchilladas. Si ya la premisa de proteger una biblia resulta un tanto peculiar, el toque sobrenatural del protagonista es ya la guinda del pastel.
El problema principal, sin embargo, es que todo este montaje resulta incongruente, artificial y vacío. Parece más una propuesta estética, con la fotografía, los encuadres, el ritmo o la ambientación destacando fuertemente, que una historia con un contenido profundo, meditado y consecuente. Estamos, una vez más, ante un cine superficial y falto de ideas que intenta deslumbrarnos con su estética pero incapaz de aportar algo mínimamente consistente.
Es cierto que el reparto es muy atractivo, pero ni un escalofriante Gary Oldman es capaz de darle algo de emoción a un film superficial que además comete el error de creer que nos cuenta algo importante, de ahí que su puesta en escena y su final extendido hasta la estupidez aún resulten más patéticos. Lo único que hubiera salvado mínimamente una propuesta de este tipo habría sido tomársela a broma, pues no da para nada más.
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