Dirección: George Marshall.
Guión: Burt Styler, Albert E. Lewin y George Kennett (Historia: George Beck).
Música: Richard LaSalle y "By" Dunham.
Fotografía: Lionel Lindon.
Reparto: Bob Hope, Elke Sommer, Phyllis Dillier, Cesare Danova, Marjorie Lord, Kelly Thordsen, Benny Baker, Terry Burnham, Joyce Jameson.
La actriz Didi (Elke Sommer), enfadada con su director Pepe (Cesare Danova), se escapa de un rodaje y se refugia en un pueblo de Oregón donde conoce por casualidad a Tom Meade (Bob Hope), un agente de la propiedad que accede a ayudarla pensando que la futura publicidad que le puede proporcionar una actriz famosa le beneficiará en sus negocios.
Los años de gloria de Bob Hope ya habían pasado cuando rueda Vaya, me equivoqué de número (1966), una comedia de enredos bastante sencilla.
La trama no guarda ningún misterio: una actriz cansada de estar encasillada decide escaparse y se refugia en un pueblo en Oregón. Sola y desesperada, le pide ayuda a un desconocido con el que habla por teléfono. Este hombre, sin quererlo, pondrá en peligro su matrimonio al relacionarse con la explosiva actriz, de manera que intentará que su esposa no se entere de nada.
Con un argumento tan sencillo, la película explota el tema con cierta ingenuidad, pero sin embargo la película contiene algunos de los habituales chistes de Bob Hope bastante ingeniosos y aunque el enredo es bastante esperpéntico, precisamente ahí reside su gracia: se trata de un humor sin maldad, poco elaborado, casi infantil, y por eso es tan gratificante, no pretende resultar ingenioso o intelectual, es básico, pero sin complejos.
Lógicamente, es necesario que te guste Bob Hope, porque todo va de sensaciones, de empatizar o no con él. Reconozco que no es un cómico con un sentido del humor que de entrada case con mis gustos, pero tiene algo que me gusta, no sabría decir el qué, pero sin ser un tipo con gracia, ni un encanto especial, a mí me resulta entrañable. Un cómico que lo es casi sin querer. Su gracia reside en cómo saca punta a las situaciones normales con comentarios ingeniosos. A mucha distancia, lo emparentaría con tipos como Groucho o Woody Allen, si bien Bob Hope es menos alocado que el primero y no tan profundo como el segundo. Pero el humor de este tipo de cómicos se basa más o menos en lo mismo.
La película también sirve como vehículo para el lucimiento de Elke Sommer, una actriz alemana que llegó al cine gracias a su belleza, que explotó en la década de los sesenta del siglo XX, donde salió en gran cantidad de películas e incluso posó para la revista Playboy. Su trabajo no es muy bueno, pero su presencia se justifica solamente para lucir su belleza y dar pie a los enredos con Bob Hope.
Atención también a Lily (Phyllis Dillier), la criada, un personaje realmente original y fuente también de no pocas situaciones divertidas.
El único interés de Vaya, me equivoqué de número es meramente cómico, pero también podemos ver una crítica sin malicia del trabajo de la policía, capaces de acusar a un hombre de asesinato sin ninguna prueba y sin cadáver; del mundo del cine y al mismo tiempo mostrar las tentaciones de un hombre de mediana edad, si bien impera al final el triunfo de la moral.
Reconozco que no es una película que se pueda recomendar incondicionalmente; sin embargo, es una cinta que disfruté bastante y tiene algunas ocurrencias de Bob Hope muy buenas, aunque no tantas como me hubiera gustado. No es una de sus mejores películas, pero si te gusta este tipo de humor y no te avergüenzas de ello, creo que tiene suficientes alicientes como para darle una oportunidad.
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