El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 15 de junio de 2023

1, 2, 3... Splash



Dirección: Ron Howard.

Guión: Lowell Ganz, Babaloo Mandel y Bruce Jay Friedman (Historia: Brian Grazer).

Música: Lee Holdridge.

Fotografía: Don Peterman.

Reparto: Tom Hanks, Daryl Hannah, Eugene Levy, John Candy, Dody Goodman, Shecky Greene, Richard B. Schull, Bobby Di Cicco, Howard Morris, Tony Di Benedetto.  

Allen Bauer (Tom Hanks), un empresario en la venta al por mayor de frutas y verduras, acaba de romper con su novia y no es muy optimista en cuanto a su futuro con las mujeres hasta que, de pronto, una hermosa y misteriosa mujer (Daryl Hannah) aparece en su vida.

1, 2, 3... Splash (1984) es una comedia romántica con el formato de un cuento, gracias a la cuál estamos más propensos a perdonar sus imperfecciones porque, en un cuento, al final lo importante es el mensaje, la moraleja.

La historia se centra en Allen, un buen tipo que sin embargo no es capaz de enamorarse de ninguna chica sin saber bien el motivo. Por ello, asume que su vida la pasará solo. Hasta que se encuentra con Madison (Daryl Hannah) y el flechazo es inmediato. La mirada de Tom Hanks cuando ve a Madison por primera vez es la síntesis perfecta del amor a primera vista, no se puede expresar mejor ese sentimiento que cómo lo hace el actor.

A pesar de que Madison es una joven realmente extraña, Allen es verdaderamente feliz a su lado y no duda en planificar su futuro junto a ella, si bien no conoce nada de su vida. Pero cuando a uno le llega el amor con tanta claridad, todo lo demás sobra. 

Sin embargo, hay un problema que el pobre Allen descubrirá abruptamente: Madison no es humana, es una sirena.

El resto, la desilusión de Allen, los estudios científicos sobre la sirena, sin tener en cuenta sus sentimientos, la fuga y el final feliz son lo de menos. Es algo que está más que cantado y tiene que ser así, porque en un cuento todo debe terminar bien.

La clave de la película creo que reside en su absoluta sencillez. Se trata de un cuento totalmente fantástico, imposible, pero el argumento no pretende convencernos de lo contrario. Sencillamente se parte de la base de que una sirena entra la vida de un hombre que no creía en el amor y le cambia por completo las ideas. El mensaje es claro: el amor existe y es tan poderoso como para unir a dos especies diferentes, no solamente en el presente, sino desde mucho tiempo atrás, porque Madison y Allen se conocieron siendo ambos niños y por eso la sirena va a Nueva York en su busca, pues en ese primer encuentro nació ya su amor.

El cine tiene la virtud de que inconscientemente nos ponemos en la piel del protagonista, algo muy evidente cuando somos niños. Por eso algunas historias, como ésta, funcionan tan bien a pesar de saber que son imposibles, porque cualquier persona que, como Allen, descubra a Madison en la comisaría, desearía sentir lo mismo que él. Cualquier ser humano daría lo que fuera por poder vivir esa clase de amor, por encontrarse frente a una preciosa mujer que lo abraza y lo besa con una ternura infinita.

Tom Hanks empezaría a hacerse un nombre con esta cinta y protagonizaría una serie de comedias que lo asentarían como una realidad en Hollywood. Para Daryl Hannah, que había tenido un primer papel destacado en Blade Runner (Ridley Scott, 1982), la película fue su salto a la fama. Guapa y con un papel tan precioso, la actriz pasó a ser una estrella.  

1, 2, 3...Splash nos sitúa en el centro de un amor puro y maravilloso. El mensaje es, seguramente, demasiado idealista, pero a nadie le amarga un dulce y, con todas las pegas que se le puedan poner, es de esas películas con las que es difícil no encariñarse y que te dejan una sensación de felicidad cuando terminas de verlas que es como una medicina contra el pesimismo.

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