El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 7 de junio de 2023

Golpe de efecto



Dirección: Robert Lorenz.

Guión: Randy Brown.

Música: Marco Beltrami.

Fotografía: Tom Stern.

Reparto: Clint Eastwood, Amy Adams, Justin Timberlake, John Goodman, Matthew Lillard, Robert Patrick, Ed Lauter, Chelcie Ross, Bob Gunton.

Gus Lobel (Clint Eastwood) fue un magnífico cazatalentos de las ligas de beisbol, pero con la edad empieza a ser cuestionado por sus jefes; además está quedándose ciego.

El cine actual abusa a menudo de puntos de vista originales en la manera de plantear las historias. No dudo que sea legítimo intentar distanciarse de lo habitual, pero los resultados muchas veces me resultan insufribles, por eso siempre es agradable encontrarse con una película como Golpe de efecto (2012) que no pretende nada más y nada menos que contar una historia de la mejor manera posible, sin alardes ni tonterías varias.

Es verdad que la historia que se nos cuenta no es para nada original y a los cinco minutos del comienzo sabemos de antemano cómo va a transcurrir la cinta. Por eso, entiendo que a muchos les pueda resultar poco interesante y de hecho, este es el motivo principal por el que la propuesta se queda en una buena película sin más. De contar con un guión menos predecible sin duda estaríamos ante una obra de mayor calado.

La historia se resume en un ojeador ya mayor, con problemas de visión y un contrato de trabajo a punto de caducar, que ha de enfrentarse a jóvenes ojeadores ambiciosos que además se sirven de las últimas tecnologías para, en teoría, cobrar ventaja sobre los rudimentarios medios de Gus a la hora de evaluar a jóvenes promesas. A los problemas laborales, Gus ha de sumar que no se lleva muy bien con su hija Mickey (Amy Adams), en parte por su cabezonería, que siempre le ha impedido hablar con ella con sinceridad de sus problemas, que nacen con la muerte de su madre cuando Mickey solo tenía seis años.

Por eso, la aparición de Mickey para ayudar a Gus en su último trabajo hará aflorar las diferencias y provocará no pocos roces entre ambos.

Este planteamiento sirve para tratar muchos temas, quizá no todos con la misma profundidad, pero sí con sentido común y buen gusto. Por ejemplo, el uso de los programas de ordenador para obtener un sinfín de datos de los deportistas se contrapone acertadamente con el trato humano, el conocimiento personal que tiene Gus de los jugadores, detalles que ninguna estadística puede mostrar. Se trata del conocimiento intangible que da la experiencia y en eso Gus es un maestro. Puede que no vea mucho, pero su no ha perdido el oído ni el olfato.

Pero lo más interesante es cómo Gus y su hija descubren que sus diferencias estaban causadas por malos entendidos, por falta de comunicación entre ellos. Gus no abandonó a su hija de manera egoísta, sino que hizo lo que pensaba que era lo mejor para ella. Es verdad que contada así, la relación parece demasiado tópica, pero el acierto de Robert Lorenz, antiguo ayudante de dirección de Clint Eastwood y debutante en esta cinta en la dirección, es darle a estos dos personajes una gran dimensión, de manera que consigue que nos impliquemos sinceramente en sus diferencias, que los comprendamos, con lo que su drama termina siendo algo casi nuestro. Es un mensaje elemental, pero sin duda nos llega con fuerza y el final resulta reconfortante.

Quizá lo que menos encaje en la historia es el romance entre Mickey y Johnny Flanagan (Justin Timberlake), pues tampoco es que aporte nada realmente interesante a la historia, más allá de algunas escenas románticas que, en definitiva, parecen casi inevitables para amueblar convenientemente cualquier historia, pero es la parte más floja del guión y nunca nos sentimos tan implicados como en el resto de los conflictos.

Golpe de efecto también es verdad que funciona tan bien por la presencia de Clint Eastwood, que aunque su personaje lo hemos visto en otras películas suyas, siempre resulta convincente en ese tipo de roles, y la increíble Amy Adams, que desborda personalidad y talento.

Sin duda, un film sencillo, pero finalmente parece ser que es lo que realmente funciona: tener una historia con sentido que contar y hacerlo de la manera más directa y clara posible.

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