El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 16 de junio de 2023

Atrapados en la oscuridad



Dirección: James Ashcroft.

Guión: James Ashcroft y Eli Kent (Historia: Owen Marshall).

Fotografía: Matt Henley.

Reparto: Daniel Gillies, Erik Thomson, Miriama McDowell, Matthias Luafutu, Billy Paratene, Frankie Paratene, Desray Armstrong, Alan Palmer.

Durante una excursión campestre, la familia de Alan Hoaganraad (Erik Thomson) es atacada pos dos violentos delincuentes.

Minimalismo. Ninguna otra palabra me parece que expresa mejor en qué consiste Atrapados en la oscuridad (2021), un film de Nueva Zelanda que juega sus bazas en busca de un planteamiento original.

La simplicidad de la película la desvela un argumento reducido al mínimo: el asalto a una familia por parte de dos delincuentes que matan a sus dos hijos y se llevan Alan y a su mujer Jill (Miriama McDowell) con ellos. 

Durante buena parte de la película solamente asistimos a hechos, sin ninguna justificación. La familia de Alan ha sido víctima de unos criminales, así de sencillo y así de contundente.

No cabe duda que este comienzo es demoledor por lo inesperado. La muerte de los muchachos es realmente desconcertante, recordándome el efecto que de incredulidad que había experimentado la primera vez que vi Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960).

Tampoco entendemos el motivo por el que los asesinos no matan también a Alan y a su esposa Jill. No parece muy lógico. Pero en esos momentos el debutante en la dirección James Ashcroft sigue jugando la baza del misterio total. Se trata de una elección tan válida como otra cualquiera y deja al espectador con todas las dudas del mundo y es a él a quién corresponde buscarle sentido a lo que sucede. Aunque quizá no haya más explicación que una maldad desatada que ha arruinado la vida de una familia por pura mala suerte. 

Sin embargo, a medida que avanza la historia, se empieza a desvelar el oscuro pasado de Alan como maestro en un centro para niños donde se ejercían los malos tratos sistemáticamente. Descubrimos entonces que el asesino Mandrake (Daniel Gillies) y su compinche Tubs (Matthias Laufutu) estuvieron internados allí y sufrieron los abusos que se practicaban. Parece entonces que estuvieran buscando a Alan para vengarse, aunque el propio Mandrake lo niega y achaca todo lo sucedido a una casualidad.

Lo que sí que sucede al revelarse ese pasado de Alan y su comportamiento censurable es que de pronto los asesinos parecen humanizarse y se podría cargar parte de la culpa de su comportamiento en Alan y el sistema educativo al que fueron sometidos. Algo que realmente resulta absurdo: el culpable de actos criminales no es otro que el criminal, a pesar de lo que haya podido pasar en la infancia. 

En todo caso, a partir de ahí el film cambia y alterna el viaje de los asesinos con Alan y Jill con flashbacks de los niños en aquel centro. Se le da pues un barniz al argumento, pero sigue sin cobrar una verdadera dimensión, pues todo lo expuesto se hace de manera muy somera y el director sigue prefiriendo el misterio a las explicaciones. 

Algo que es muy evidente con el personaje de Tubs, del que nunca llegamos a saber nada realmente, solamente adivinamos que está traumatizado por una infancia muy dura, nada más. De ahí que su reacción final pueda resultar realmente incomprensible. De nuevo será el espectador el que tenga que encontrarle un sentido a sus actos.

Indiscutiblemente, la simplicidad del argumento y el dejar más sombras que certidumbres es una elección interesante. Al menos hemos de reconocer que James Ashcroft se sale de los caminos más habituales y busca un punto de vista novedoso. Lo mismo que hemos de confesar que el clima de violencia explosiva y repentina que se instala desde el comienzo logran atraparnos con fuerza y mantiene nuestra atención hasta el final.

Esta búsqueda de la originalidad por parte del director también se manifiesta en la utilización de la cámara, con planos forzados y puntos de vista curiosos como mínimo, lo que no siempre ayuda a una clara y precisa narración. No llega a ser molesto, pero James Ashcroft debería plantearse algunas cosas desde mi punto de vista.

Sin embargo, todo tiene su lado negativo y esa simplicidad también suscita bastante dudas, preguntándome si es algo buscado a propósito o una prueba más de este cine actual donde las formas se imponen siempre sobre unos contenidos muy limitados en profundidad y en calidad. Y es lo que parece que sucede aquí. De hecho, toda la parte en que los asesinos llevan en el coche a Alan y a Jill resulta monótona y es ahí cuando descubrimos que con un soporte argumental más sólido se podría haber ofrecido mucho más de lo que al final obtenemos.

Además, el dejar a los protagonistas sin una verdadera dimensión humana, esbozados demasiado básicamente, acaba por restar intensidad a todo el relato y ello es sin duda un punto realmente negativo.

Sin duda, estamos ante un film diferente que seguramente tendrá sus adeptos y donde no podemos negar que logra el objetivo de mantener nuestra atención durante toda la cinta. Sin embargo, al final encuentro que lo negativo termina por imponerse y mi sensación una vez terminada de ver la cinta es que no me parece que sea una gran película, sino un simple entretenimiento con más de apariencia que de sustancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario