El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 2 de junio de 2023

Ladrona por amor



Dirección: Ronald Neame.

Guión: Jack Davies y Alvin Sargent (Historia: Sidney Carroll).

Música: Maurice Jarre.

Fotografía: Clifford Stine.

Reparto: Shirley MacLaine, Michael Caine, Herbert Lom, Roger C. Carmel, Arnold Moss, John Abbott. 

Debido a su asombroso parecido con la difunta esposa de un millonario (Herbert Lom), la joven bailarina Nicole Chang (Shirley MacLaine) es contratada por Harry Dean (Michael Caine), un astuto ladrón, para que le ayude a robar una valiosa escultura.

La clave de cualquier película reside siempre en un buen guión. Con esa base sólida y un poco de sentido común se pueden conseguir muy buenas películas y la prueba es Ladrona por amor (1966), cuya eficacia reposa en un argumento muy inteligentemente diseñado.

Es verdad que es un film de engaños, pero resultan tan ingeniosos y están siempre supeditados a divertirnos que no solo se toleran, sino que se agradecen por lo ingeniosamente que están ubicados en la trama.

El arranque de la película es sin duda maravilloso. Mientras vemos la ejecución perfecta del robo, cómo todo va saliendo tal y como Harry lo había planeado, solamente nos surge la duda del mutismo de Nicole. Cuando al fin comprendemos que lo que hemos visto era solo el relato del plan, entendemos perfectamente la habilidad del guión pues a partir de ahí, a medida que vemos los fallos e imprevistos que se producen en la ejecución real, entendemos no solo la inteligencia del planteamiento, sino que disfrutamos con la comparación: el Harry frío y preciso en sus sueños optimistas y el contraste con el verdadero, torpe y chapucero. Y es gracias a la espabilada Nicole, cuyo personaje es el alma de la cinta, mucho más despierta y con más mundo que el pomposo Harry, que éste se libra de cometer más errores que habrían acabado con él en la cárcel.

La secuencia del robo además es muy divertida y el desarrollo está filmado con precisión. Sentimos la tensión y a pesar de ser un acto delictivo sufrimos por el peligro que corren los protagonistas.

Es cierto que el final, con esa vuelta de tuerca creo que innecesaria, resulta un poco menos eficaz que el resto de la historia, sobre todo porque busca arreglar las cosas de manera muy moralista y poco convincente, con el añadido del enamoramiento de Harry y Nicole que, al no estar desarrollado a lo largo de las historia convenientemente, se queda como un apaño precipitado y forzado.

Pero es un mal menor en comparación con la estupenda historia donde brilla una Shirley MacLaine radiante en plan mujer fatal, al tiempo que pícara, y el siempre sólido Michael Caine, con esa flema tan británica que le sentaba perfecta.

Aunque es un film modesto, Ladrona por amor funciona como un entretenimiento sencillo, transcurre en un suspiro y nos deja una sensación realmente agradable de haber visto una intriga ingeniosa y muy amena.

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