El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 17 de junio de 2023

El extraño



Dirección: Philippe Lioret.

Guión: Philippe Lioret, Emmanuel Courcol y Christian Sinniger.

Música: Nicola Piovani.

Fotografía: Patrick Blossier.

Reparto: Sandrine Bonnaire, Philippe Torreton, Grégori Derangère, Emilie Dequenne, Anne Consigny, Martine Sarcey, Nicolas Bridet, Marie Rousseau. 

Camille (Anne Cosigny) viaja a la isla de Ouessant para vender la casa familiar. Esa tarde, entre el correo, descubre un libro que cuenta una historia que se remonta a la época en que nació.

El título en castellano de L'équipier, que traducido literalmente sería El compañero, creo que le va mejor a la película que el original, pues la llegada de Antoine (Grégori Derangère) a la Bretaña se asemeja mucho a la de un extranjero.

El extraño (2004) cuenta muchas historias que convergen todas en Antoine, un relojero veterano de la guerra de Argelia que llega como farero a una isla remota, donde no es recibido precisamente de manera amistosa. Por un lado, porque el puesto que ocupa iba a ser para el hijo de otro farero, con lo que no sienta nada bien que le haya usurpado el puesto. Pero tampoco es bien acogido por una comunidad cerrada, recelosa de todo lo que no pertenezca a ella. Es el mal común, o lo era en la época en que transcurre el relato, los años sesenta del pasado siglo, de los pueblos aislados, encerrados sobre sí mismos, que llegan a desarrollar un sentido de identidad tan fuerte, y de desconfianza y miedo a lo foráneo, que excluye a todo el que no pertenezca a su comunidad.

A pesar de todo, Antoine se muestra paciente con los desaires que sufre constantemente y con amabilidad y esfuerzo logrará hacerse respetar por Yvon (Philippe Torreton), su compañero en el faro. El problema es que Antoine y Mabé (Sandrine Bonnaire), la esposa Yvon, se enamoran perdidamente, lo que no pondrá las cosas más fáciles para él.

Con una puesta en escena sencilla, pero no precisamente destacable, Philippe Lioret desarrolla el drama de El extraño sin artificios, dejando que los acontecimientos vayan marcando el desarrollo de la historia, que va cobrando intensidad lentamente, desde los recelos del principio por la llegada de Antoine hasta las envidias y odios, que terminan explotando en violencia física, y la consumación de la pasión que va prendiendo entre Antoine y Mabé.

Lioret evita los discursos apasionados y deja que el amor de los protagonistas se manifieste en sus miradas, en constante búsqueda. Y del mismo modo ocurre con la relación entre Yvon y Antoine, que desde el rechazo inicial del primero se va transformando en camaradería a base de pequeños gestos banales. No hay pues nada grandioso o especialmente pasional, sino que el director opta por la mesura. Por eso choca un tanto el desenlace, donde quizá se deja llevar por un esfuerzo, creo que innecesario, por dotar al final de un dramatismo que corone la historia por todo lo alto y lo que consigue más bien es algo un excesivamente teatral. 

También se puede argumentar que esta manera un tanto fría de contar la historia provoca cierto distanciamiento con lo que sucede y que se puede comprobar bastante bien en el personaje de Antoine, cuya pasividad en muchos momentos resulta algo extraña.

Sin ser un drama especialmente notable, El extraño al menos afronta con honestidad los temas que trata, como por ejemplo el de la guerra de Argelia, donde queda claro que el comportamiento del ejército francés fue todo menos honorable. O los vicios de una comunidad cerrada y todo el mar de fondo que se va generando en ella, con envidias y deseos reprimidos. Estamos pues ante una propuesta muy interesante que invita a muchas reflexiones.

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