El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 22 de junio de 2023

Amor a reacción



Dirección: Josef von Sternberg.

Guión: Jules Furthman.

Música: Bronislau Kaper.

Fotografía: Winton C. Hoch.

Reparto: John Wayne, Janet Leigh, Jay C. Flippen, Paul Fix, Richard Rober, Roland Winters, Hans Conried, Ivan Triesault. 

La teniente de aviación soviética Anna Marladovna (Janet Leigh), temiendo ser fusilada, huye de la URSS y aterriza en una base estadounidense.

Amor a reacción (1957) es una comedia que aprovecha la Guerra Fría imperante en la época para, de paso que escenifica un curioso romance entre un piloto norteamericano, Jim Shannon (John Wayne), y una camarada soviética, lanzar unas cuantas críticas hacia el régimen comunista y dejar patentes las múltiples ventajas de vivir en los Estados Unidos.

Es curioso como este argumento resulta tremendamente parecido al de otra película de la época, Faldas de acero (Ralph Thomas, 1956), protagonizada por Bob Hope y Karharine Hepburn, ambos también pilotos. Pero Amor a reacción tiene menos de comedia, aunque tampoco resulta ser un film completamente convincente.

El principal defecto de la película reside en el guión que bascula entre el romance entre John Wayne y Janet Leigh y una historia de espionaje que resulta bastante confusa y es la parte realmente menos sólida del argumento.

Porque resulta que Anna en realidad no huyó de su país por miedo a ser fusilada, sino que es una espía que finge escapar para espiar los avances de los Estados Unidos en materia de aviones. El problema es que el guión juega al despiste y no sabemos a ciencia cierta si Anna se ha enamorado de verdad de Jim o si lo está engañando para lograr sus fines, lo que al final parece ser la realidad. Sin embargo, entiendo que como espectadores deberíamos estar al corriente de las artimañas de Anna, con lo que disfrutaríamos mucho más de las distintas situaciones que permaneciendo casi todo el tiempo en la duda.

Tampoco a nivel de diálogos el film está bien resultó, pues junto a frases enigmáticas y pedantes tenemos conversaciones mucho menos interesantes, con lo que el resultado no termina de resultar ni coherente ni convincente.

Eso sí, nunca he visto a Janet Leigh más hermosa y sugerente que aquí. De hecho, pocas veces una actriz ha resultado tan sensual, dentro del recato de la época, como ella. La secuencia de la ducha es realmente brillante. Sin duda, mérito del gran Josef von Sternberg que, aunque estuviera ya en el final de su carrera, siguió demostrando con esta película su talento incuestionable.

El personaje de John Wayne es tal vez el mejor de todos, realmente enamorado de Anna y capaz de cualquier cosa por demostrarle su amor incondicional. Sin ser uno de los mejores trabajos de Wayne, sí que mantiene las claves de su personaje típico, aunque con un ligero toque de comedia que tampoco le sienta nada mal.

Otro de los aspectos curiosos de Amor a reacción son las numerosas secuencias de vuelos, muy bien filmadas, por cierto, y que imagino que servirían básicamente como propaganda de las virtudes de la aviación norteamericana.

En conjunto, Amor a reacción va descaradamente de más a menos conforme avanza la trama dejando al final un resultado de comedia no muy bien aprovechada. Me quedo con los dos protagonistas, sin duda lo mejor con diferencia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario