Dirección: Norman Taurog.
Guión: John Meehan y Dore Schary (Historia: Dore Schary y Eleanore Griffin).
Música: Edward Ward.
Fotografía: Sidney Wagner (B&W).
Reparto: Spencer Tracy, Mickey Rooney, Henry Hull, Leslie Fenton, Gene Reynolds, Edward Norris, Addison Richards, Minor Watson, Bobs Watson.
Tras ver en qué se había convertido un condenado a muerte por no tener ayuda en su infancia, el padre Flanagan (Spencer Tracy) decide crear un hogar para niños marginados donde puedan ser educados de manera que se aparten de la delincuencia y puedan ser personas de bien en el futuro.
Forja de hombres (1938) retrata la figura del Padre Flanagan, creador de La ciudad de los muchachos. Por lo tanto, aunque parezca un hermoso cuento, la película se asienta en hechos reales.
Quizá lo primero que debiéramos tener en cuenta es el año de realización del film, pues es evidente que ese dato sirve para explicar muchas cosas como, por ejemplo, ese tono sensiblero y algo simple que envuelve el relato, de ahí la aclaración inicial de que, aunque lo parezca, no es una historia inventada.
El argumento es excesivamente sencillo, simplificando las situaciones y creando los conflictos precisos para llevarnos al drama y la compasión de manera abiertamente intencionada, con un tono almibarado y donde cualquier problema, desde el económico al comportamiento de algún muchacho, se resuelve siempre de manera casi milagrosa. Es quizá la única pega que se le puede poner a una historia cargada de buenas intenciones y que resulta en algunos momentos de un dramatismo algo exagerado pero, siendo sinceros, habría que ser muy duro de corazón para no enternecerse con algunos momentos realmente intensos, como el atropello de Boliche (Bob Watson) y el correspondiente sufrimiento de Whitey Marsh (Mickey Rooney).
Por lo tanto, aún reconociendo un guión manipulador sentimentalmente, resulta complicado no rendirse al mensaje esperanzador y bienintencionado. Es en realidad un problema que suelen presentar los films biográficos: la alabanza del protagonista de manera nítida, sin ningún tipo de sombras, al menos así era en los comienzos del cine, donde la mentalidad y las intenciones apenas se disimulaban según en qué género nos moviéramos.
Pero sin duda, por encima de críticas o pegas, hemos de rendirnos ante la presencia de Spencer Tracy, un actor colosal que además debía de estar en estado de gracia en esa época, pues se llevó su segundo Oscar consecutivo a mejor actor, tras el de Capitanes intrépidos (Victor Fleming, 1937).
Pero Spencer Tracy no esta solo. Mickey Rooney demuestra aquí su innegable talento en papeles de jovencito, donde era sin duda una garantía. Podemos notar quizá en su estilo que se ha quedado anticuado, pero en el momento era realmente espectacular e incluso hoy en día resulta un actor pleno de gracia, energía y talento. El pequeño Bobs Watson, sin llegar a la altura de sus dos compañeros, realiza también un trabajo conmovedor.
Paralelamente a la exaltación del padre Flanagan, el relato realiza una crítica abierta de las instituciones de la época para niños huérfanos o problemáticos, de donde salían peor que como habían entrado, prácticamente convertidos en delincuentes por el ambiente en que vivían. Y tampoco la prensa sale muy bien parada, pues se muestra cómo le importaban más los titulares grandiosos que impulsaran las ventas que la propia verdad.
Sin duda, Forja de hombres es una película que ha envejecido bastante, pero aún así, su optimismo, sus magníficas intenciones e incluso su simplicidad que nos previene de tomarlo todo demasiado a pecho, hacen que resulte un film entrañable.
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