Dirección: Laurent Bouhnik.
Guión: David Pharao (Obra: David Pharao).
Música: Alexandre Mahout.
Fotografía: Jean-Paul Agostini.
Reparto: Daniel Auteuil, Valérie Lemercier, Thierry Lhermitte, Hippolyte Girardot, Arthus de Penguern, Mar Sodupe.
Tras tres años parado, Gerard (Daniel Auteuil) por fin encuentra trabajo. Pero cuando su vecino Alexandre (Thierry Lhermitte) se entera que uno de sus jefes irá a cenar a su casa, intentará ayudar a Gerard para que la cena sea un éxito.
Para que una comedia funcione es indispensable que se asiente en un buen guión que cree una historia interesante y la desarrolle de manera precisa y graciosa. Y sinceramente, en El invitado no se dan estas circunstancias.
La película es una adaptación de una obra de teatro, lo cuál no tiene porque ser ni bueno ni malo, sencillamente creo que el problema es que la historia no está muy bien aprovechada.
Por una lado, la situación tiene un punto de interés: el recién contratado que ha de pasar la prueba de la visita de uno de los jefes a su casa para cenar. Lógicamente, no se trata de una visita inocente, como muy bien remarca Alexandre y han de causar buena impresión.
El principal inconveniente es que a partir de esa premisa todo el desarrollo es demasiado previsible, ya que no contiene nada realmente original. Así, Gerard y su esposa Colette (Valérie Lemercier) son presentados como personas no muy cultas, patosas y sin nociones de etiqueta. En cambio su vecino, Alexandre, parece ser la solución perfecta, pues estuvo en una empresa de asesoramiento y parece poder aportar los consejos que sus vecinos necesitan para que la cena salga perfecta.
Este planteamiento resulta demasiado banal y los personajes son escasamente convincentes, quedando más a un nivel de caricatura. Pero aún así, el principal problema es que no se producen situaciones realmente divertidas, ni diálogos con chispa. El desarrollo es rutinario y el único recurso que parece ocurrírsele al director para aportar algo de sal a la historia es la música, echando mano de temas populares franceses, lo cuál no resulta especialmente divertido y menos cuando en algunos momentos la banda sonora llega a resultar hasta molesta e innecesaria. Y con otro inconveniente añadido: al público que desconozca la música popular francesa no le dirán nada los temas elegidos.
Tampoco el desenlace ofrece nada original y acaba por ser tan obvio y escasamente imaginativo que, en consonancia con el desarrollo precedente, vuelve a dejar la sensación de un guión falto de ideas, torpe en el desarrollo y plagado de clichés sin gracia.
Es verdad que el trío de actores resulta bastante convincente, pero poco pueden hacer ellos solos si no tienen un argumento con gracia.
Definitivamente, una película bastante mediocre que a duras penas logra sacarnos alguna sonrisa casi sin querer.
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