Dirección: Ralph Thomas.
Guión: Wilfred Greatorex (Novela: Jon Cleary).
Música: Georges Delerue.
Fotografía: Ernest Stewart.
Reparto: Rod Taylor, Christopher Plummer, Lilli Palmer, Camilla Sparv, Daliah Lavi, Clive Revill, Lee Montague, Edric Connor, Calvin Lockhart, Franchot Tone.
El sargento Scobie Malone (Rod Taylor) es enviado a Londres con la misión de detener acusado de asesinato a Sir James Quentin (Christopher Plummer), Alto Comisionado australiano para el Reino Unido.
Al amparo de la Guerra Fría nacieron muchas películas que abordaban el tema con mayor o menor acierto, y no solamente en los Estados Unidos, sino también en el Reino Unido, como demuestra Nadie huye eternamente (1968), que aúna una trama política con una oscura muerte ocurrida años atrás y que afecta nada menos que una personalidad política de primera línea de Australia.
El acierto de Ralph Thomas es mantener la unión de estas dos líneas argumentales estrechamente unidas, sin que se estorben, logrando así mantener la tensión y la intriga durante todo el metraje pues mientras se espera al momento en que Sir Quentin regrese a Australia para dar cuenta de la acusación de haber asesinado a su primera esposa, se suceden diversos atentados contra su vida que consiguen mantener nuestro interés con gran eficacia.
También hay que reconocer que el desenlace es un tanto menos bueno de lo que cabría esperar, quedando algunos cabos sueltos y la impresión de que todo el desarrollo había creado unas expectativas demasiado elevadas para lo que finalmente sucede. Además, es fácil encontrar no pocas lagunas en la historia, con lo que el resultado final es una película que no llega a cumplir del todo lo que prometía.
Sin embargo, resulta bastante interesante la relación entre Sir Quentin y Malone, dos personas completamente opuestas en cultura y experiencias pero entre las que se establece una relación de respeto, confianza y amistad. Tal vez este tema podría haberse desarrollado algo mejor, pero de todos modos es un añadido a la trama bastante bueno. En cambio, otros personajes, como María Cholón (Daliah Lavi) y sus secuaces quedan completamente en la sombra, cuando por su papel deberían haber cobrado mucha más entidad.
En cambio, la labor de Ralph Thomas en la dirección no terminó de convencerme. Es verdad que hay que alabar que su postura sea la de conseguir un discurso claro y ágil, pero también es verdad que no demuestra mucho talento y en algunas escenas incluso parece algo torpe a la hora de elegir encuadres, especialmente en los primeros planos.
El reparto tampoco resulta demasiado bueno. Por ejemplo, Christopher Plummer nunca terminó de convencerme en esa época y es un caso claro de un actor que ha ganado con el paso de los años, puesto que de joven me parecía bastante soso. Rod Taylor cumple, sin duda, a pesar de no ser un actor de primera línea. Y el resto, exceptuando a Clive Revill, están claramente a un nivel no muy elevado.
Nadie huye eternamente es evidente que tiene muchas debilidades, aunque finalmente resulta bastante entretenida y logra su propósito en cuanto a mantenernos en vilo durante toda la historia.
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