El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 29 de junio de 2023

Más allá de la tentación



Dirección: Antoinette Beumer.

Guión: Marjolein Beumer y Dorien Goertzen (Novela: Esther Verhoef).

Música: Merlijn Snitker.

Fotografía: Jeroen de Bruin.

Reparto: Loes Haverkort, Pierre Boulanger, Mark van Eeuwen, Peter Paul Muller, Jennifer Hoffman, Eva Duijvestein, François Neycken, Corentin Lobet. 

Simone (Loes Haverkort) hereda una casa de campo en Francia y se muda allí con su esposo (Mark van Eeuwen) y sus hijos. Pronto conocen a Peter (Peter Paul Muller), un contratista que les ayudará en las reformas de su casa.

Más allá de la tentación (2015) comienza con la detención de Simone, lo que es una manera interesante de plantear la historia, que transcurre en un largo flashback, pues este detalle añade un punto de intriga que será a la larga el que nos mantenga expectantes hasta el final. Si no comenzara así la historia, no sé si mucha gente decidiría dejar el relato a medias.

Y es que el inconveniente de Más allá de la tentación es doble. Por un lado, la historia de la infidelidad de Simone está telegrafiada desde el primer encuentro de ella con Michel (Pierre Boulanger), el obrero que trabajará en las obras de su casa. Basta una mirada para que adivinemos la atracción que siente Simone y, la verdad, no resulta del todo creíble. Pero en el fondo está revelando uno de los defectos de la película: todo está expuesto sin mucha elaboración, de un modo algo torpe, demasiado directo. Falta un desarrollo más profundo y eso arruina el potencial de la intriga.

El segundo detalle fallido es que la directora no logra darle al desarrollo ninguna clase de emoción. La historia de Simone y Michel transcurre por los cauces más vulgares que podamos esperar y en ningún instante se consigue llevar el discurso a un terreno apasionante. Ni siquiera cuando se consuma la infidelidad, la directora consigue crear un clima ardiente que contagie la supuesta pasión de los amantes.

Es por tanto la frialdad con que está contada la historia de amor entre Simone y Michel lo que la estropea sin remedio, porque el argumento, si bien no muy original, sí que ofrecía más posibilidades que las que finalmente nos ofrece. Pero los personajes se quedan en casi nada y, al no conocerse en profundidad sus deseos y sus frustraciones, no terminamos de contagiarnos de su pasión.

Es cierto que la figura de Peter, el contratista, añade cierta dosis de intriga, pero de nuevo la directora se muestra torpe a la hora de desarrollarla y vuelve a caer en la banalidad, la superficialidad en el planteamiento, desaprovechando todo el potencial de este personaje.

El desenlace es sin duda lo más sorprendente, más por inesperado que porque Antoinette Beumer mejore en su manera de exponerlo. Y confiarlo todo a la sorpresa final no dice mucho del guión, la verdad.

Quizá para cierto público el mayor atractivo resida en Loes Haverkort, realmente hermosa, pero creo que su belleza es del todo insuficiente como para paliar un film que termina por resultar un tanto plano, cuando debería ser todo lo contrario por los temas tratados.

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