El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 26 de junio de 2023

Tres secretos



Dirección: Robert Wise.

Guión: Martin Rackin y Gina Kaus.

Música: David Buttolph.

Fotografía: Sid Hickox (B&W).

Reparto: Eleanor Parker, Patricia Neal, Ruth Roman, Frank Lovejoy, Leif Erickson, Ted de Corsia, Edmon Ryan, Larry Keating, Katherine Warren, Arthur Franz. 

Cuando un niño, el día de su quinto cumpleaños, sobrevive a un accidente de avión en el que mueren sus padres adoptivos, tres mujeres que entregaron a su hijo en adopción justo cinco años atrás intentarán averiguar si el pequeño es hijo suyo.

Intenso drama muy bien conducido por Robert Wise, Tres secretos (1950) explota con acierto la incertidumbre sobre la identidad de la madre del niño, con lo que mantiene nuestro interés hasta los instantes finales.

Pero sin duda lo mejor de la película es la manera tan precisa en que el guión sabe ponernos en la piel de las tres protagonistas que dieron a su hijo en adopción rehaciendo su vida y de repente, por un terrible accidente, se ven enfrentadas a la posibilidad de que el pequeño que ha quedado huérfano en un accidente sea su hijo. Entendemos perfectamente su angustia, cómo reviven el pasado, cómo tienen la posibilidad de enmendar una decisión que aún las atormenta. El trabajo de los guionistas, adentrándose en el corazón de esas mujeres, es realmente soberbio.

Con gran sensibilidad, vamos conociendo las circunstancias de cada una de las tres madres, lo que le llevó a renunciar a su hijo. Como Susan (Eleanor Parker), a la que dejó su novio porque estaba enamorado de otra y que a pesar de haber rehecho su vida más tarde, nunca le confesó nada de su pasado a su actual marido (Leif Erickson).

Phyllis Horn, una famosa periodista (Patricia Neal), sacrificó su matrimonio por su carrera y decidió que no podía hacerse cargo del hijo al estar sola y ocupada con su trabajo.

Por su parte, Ann (Ruth Roman) había sido el capricho pasajero de un magnate, que no dudó en abandonarla cuando se cansó de ella. Pero la joven, embarazada, lo mató en un ataque de locura y estando cumpliendo condena por el homicidio tuvo que entregar al niño en adopción a la fuerza.

Sin duda, un planteamiento curioso que podría degenerar en un film lacrimógeno sino fuera por el excelente guión, la mano firme del director y el excelente trabajo de las tres protagonistas. Todo ello unido da lugar a un film tremendamente emotivo donde se entiende el cúmulo de sentimientos que sacude a las tres madres y cómo se comprenden y apoyan mútuamente, pues está claro que el guión ha sabido entender lo que supone la maternidad para una mujer y cómo puede afectarle renunciar a su hijo para siempre. 

Quizá el desenlace sea un poco retorcido, aunque en todo caso vuelve a estar planteado con una elegancia y una sensibilidad maravillosas, de manera que aún con su ligera incongruencia no es difícil aceptarlo.

Tampoco falta la crítica a la prensa por su interés en buscar siempre las noticias sensacionalistas, incluso forzándolas si es preciso, y su nula empatía por las personas. No es el tema principal, pero encaja perfectamente con el argumento y también ayuda a reforzar las dificultades a las que se enfrentaban las madres solteras en aquellos años.

Un film pues sorprendente, realmente vale la pena, aún con sus defectos, disfrutar de un drama tan original y tan bien contado.

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