Dirección: Denis Villeneuve.
Guión: Eric Heisserer (Historia: Ted Chiang).
Música: Jóhann Jóhannsson.
Fotografía: Bradford Young.
Reparto: Amy Adams, Jeremy Renner, Forest Whitaker, Michael Stuhlbarg, Tzi Ma, Mark O'Brien, Julia Scarlett Dan, Jadyn Malone.
Cuando una serie de naves extraterrestres aterrizan en diversos lugares de la Tierra, el gobierno de los Estados Unidos recurre a la doctora Louise Banks (Amy Adams), una experta lingüista, para que intente conocer sus intenciones.
Es difícil dejar una opinión poco elogiosa sobre La llegada (2016) ante el aluvión de opiniones de expertos que la clasifican como obra maestra sin parecer que le intento llevar la contraria a todo el mundo. Sin embargo, también he de reconocer que cada vez entiendo menos a los críticos y pienso con frecuencia que no han debido ver mucho cine clásico para dejarse deslumbrar como lo hacen por cuidadas producciones actuales, como ésta, que parecen contener más de lo que realmente tienen en sus entrañas.
Pero cuidado, partamos de la base de que La llegada es una buena película en el sentido de que ofrece algo diferente en el género de la ciencia-ficción, aunque en principio parezca que es un poco más de lo mismo. Lo novedoso es que juega con acierto con la vida personal de Louise y la pérdida de su hija y la llegada de los extraterrestres, dos hechos aparentemente sin conexión que el guión acabará demostrando que son parte de una misma experiencia, en un giro final bastante imaginativo y totalmente inesperado. No debo revelarlo para que quienes no hayan visto la película puedan disfrutarlo como deben. Pero solamente he de confesar que el cine nos ha acostumbrado a tantos giros de último minuto, algunos con sentido y otros meras patrañas, que el posible efecto sorpresa queda algo difuminado. No sé, de todos modos, como calificarlo; por un lado, no deja de ser un recurso muy ingenioso, pero por otra parte suena tan absurdo que requiere de mucha buena fe para tragarlo sin que duela.
De lo que no podemos dudar es de que Denis Villeneuve consigue mantener el relato en un nivel de emoción y de incertidumbre muy altos, aún cuando abusa de cierta lentitud a la hora de exponer los hechos que puede llegar a ser perjudicial para sus intereses, pues alarga demasiado la historia con algunos momentos en la parte media que se vuelven algo pesados. Parece que para muchos directores actuales más minutos es igual a más contenido. Nada más lejos de la realidad. Ante eso me suelo acordar de la frase: lo bueno, si breve, dos veces bueno.
La parte en que la doctora Banks intenta comunicarse con los extraterrestres sin duda nos recuerda a Encuentros en la tercera fase (Steven Spielberg, 1977) y si entonces se utilizaba música, aquí la doctora es menos imaginativa y se sirve de una simple pizarra, pero el proceso de intentar comunicarse vuelve a ser el centro de la trama y logra mantener el interés con fuerza hasta el desenlace.
Otra cosa es que detrás de ese despliegue de imágenes más o menos espectaculares, aunque los visitantes son simples calamares gigantes, lo que no deja de ser una pequeña decepción, no haya en realidad un gran mensaje, sino sencillamente un únanse las diferentes naciones de la Tierra para colaborar en la petición de los extraterrestres. Como vemos, mucho ruido para tan pocas nueces.
Además, algunos detalles resultan realmente idiotas, como que unos soldados decidan por su cuenta poner una bomba en la nave de los visitantes, o que algunas naciones (casualmente China y Rusia) decidan atacar a los visitantes por una mera política de prevención bastante rústica: primero dispara y luego pregunta.
En resumen, un guión simplista como hecho por un niño y sin nada realmente profundo que ofrecernos.
Es por todos estos detalles que me cuesta calificar La llegada como una gran película. Tiene sus méritos, sin duda, pero evaluando todo, forma y fondo, mensaje e intenciones, creo que se queda en una propuesta interesante, sin más.
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