Dirección: David Frankel.
Guión: Allan Loeb.
Música: Theodore Shapiro.
Fotografía: Maryse Alberti.
Reparto: Will Smith, Edward Norton, Keira Knightley, Michael Peña, Kate Winslet, Helen Mirren, Jacob Latimore, Naomie Harris, Ann Dowd, Mary Beth Peil, Kylie Rogers.
A pesar del tiempo transcurrido, Howard Inlet (Will Smith) no consigue superar la muerte de su hija de seis años.
Belleza oculta (2016) se presenta como un drama poderoso que busca profundizar en el dolor de una persona ante una de las pérdidas más dolorosas que nadie puede afrontar: la muerte de un hijo.
Las intenciones son buenas y el esfuerzo por ofrecernos una producción de calidad es evidente, desde la cuidada puesta en escena hasta un reparto de lujo con algunos de los mejores actores actuales, al menos desde mi punto de vista.
El problema del guión es que no consigue evitar la sensación constante de que estamos viendo una película. Es decir, me resultó muy complicado meterme en la trama porque constantemente había detalles que apuntaban a un argumento meticulosamente diseñado para su fin, conmovernos, pero sin lograr que nos olvidáramos de que todo era una ficción.
Por ejemplo, el recurso que encuentran los amigos de Howard para intentar ayudarlo, contratando a tres actores para que representen a la Muerte, el Tiempo y el Amor, resulta demasiado peliculero como para que podamos aceptarlo como una buena terapia. Con esta dificultad, todo el desarrollo se resiente naturalmente.
Las conversaciones de estos tres conceptos abstractos con Howard tampoco aportan la profundidad necesaria como para sorprendernos o emocionarnos, además de generar una situación un tanto artificial, de manera que es inevitable preguntarse qué haría uno ante un desconocido que te habla de cosas tan íntimas.
Tampoco me pareció demasiado interesante el relacionar a cada amigo de Howard con uno de los actores, desarrollando pequeñas tramas paralelas simétricas. Es otro detalle que ahonda en lo artificial del planteamiento y que vuelve a incidir en esa sensación de estar ante una película muy bien planificada, lo que le resta vida, autenticidad.
Además, no dudo que el dolor que pueda sentir Howard lo mantenga en ese estado, pero por el tiempo transcurrido, dos años, creo que cualquiera empezaría a reaccionar y continuar con su vida. Tal vez si se hubiera propuesto que el fallecimiento de la niña hubiera sido mucho más reciente, el dolor del protagonista habría parecido más creíble.
Pero quizá donde encuentro que el guión patina más de lo necesario es en el intento de arreglarlo todo al final con algunas casualidades, o más bien engaños deliberados, que denotan un intento infantil de sorprendernos a toda costa, de llevar el desenlace a un punto de emoción y asombro tal que al terminar de ver la película estemos en un estado de admiración incondicional. Y precisamente, creo que se consigue casi lo contrario: ensombrecer el mensaje y dejar ese intento de reflejar el dolor en una especie de cuento bienintencionado algo forzado y que cuesta realmente creerse.
Lo mejor de todo es sin duda el reparto, pues al menos el trabajo de los actores confiere un toque de calidad que hace mucho menos increíble el argumento. Pero si el guión hubiera buscado menos el efectismo, creo que todos habríamos salido ganando, pues tanto el tema como los medios estaban ahí para lograr algo mejor.
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