El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 20 de junio de 2023

Aguas profundas



Dirección: Adrian Lyne.

Guión: Zach Helm y Sam Levinson (Novela: Patricia Highsmith).

Música: Marco Beltrami.

Fotografía: Eigil Bryld.

Reparto: Ben Affleck, Ana de Armas, Tracy Letts, Lil Rel Howery, Dash Mihok, Finn Wittrock, Kristen Connolly, Jacob Elordi, Rachel Blanchard, Michael Braun. 

Vic (Ben Affleck) y Melinda (Ana de Armas) son un matrimonio atípico: dicen quererse, pero ella tiene relaciones con otros hombres que no se molesta en ocultarle a Vic.

Aguas profundas (2022) tiene el atractivo de estar basado en una novela de Patricia Highsmith, una autora inteligente y sorprendente, y tener a los mandos a Adrian Lyne, un director que ha sabido hacerse un hueco en Hollywood a base de films con un buen componente erótico y morboso, como 9 semanas y media (1986) o Atracción fatal (1987). Aquí vuelve a un terreno que parece que le gusta y que sabe que tiene tirón entre el público.

El argumento juega con dos elementos para intentar mantenernos enganchados: las aventuras amorosas de Melinda y la duda sobre si en la desaparición de un amigo de ella tuvo algo que ver su esposo. Así pues, erotismo e intriga. Y la cosa va funcionando más o menos bien por el misterio que envuelve a la película: si Vic es un asesino o no y también poder descifrar las claves de este extraño matrimonio. ¿Qué es lo que los mantiene unidos?, ¿porqué Melinda acusa a Vic de asesinar a uno de sus amantes y sin embargo no lo abandona?

Como espectadores, intentamos buscar un sentido a un relato que Adrian Lyne envuelve en el misterio, porque poco sabemos de Vic, a parte de sus comprensibles celos y de adivinar que, a pesar de todo, está muy enamorado de Melinda, tanto como para no pensar en el divorcio. Ella tampoco es del todo transparente: dice querer a Vic pero parece detestar su falta de energía y a cada amante que pierde por un motivo u otro, en seguida lo reemplaza por otro, y además parece disfrutar restregándoselos a su esposo, en un extraño juego de celos y morbo.

Incluso cuando descubrimos que en efecto Vic es un asesino, el misterio sigue presente, pues queda por saber si se saldrá con la suya y no será descubierto, o cómo reaccionará Melinda a cada nueva desaparición o muerte de un amante y qué es lo que los mantiene unidos a pesar de todo.

Sin embargo, también hay que reconocer que el guión se muestra demasiado repetitivo, de manera que las situaciones se suceden casi calcadas, con lo que a mitad del film uno tiende a sentir cierto cansancio. Habría sido necesario alguna variación o acortar el metraje, pero se ve que el director prefirió agotar sus cartas.

En todo caso, el verdadero peligro de este tipo de películas reside en el desenlace, pues tras tantos minutos de tensión y de preguntas, uno espera que no se caiga todo en un final absurdo. Y sinceramente, hay algo de decepción en el final, pues no resuelve nada y, al mismo tiempo, ahí está también su acierto, porque deja la intriga en el aire con muchos frentes posibles y cada espectador le dará la lectura oportuna. Mejor eso sin duda que otros finales que intentan arreglarlo absolutamente todo y resultan decepcionantes.

Aún así, nos queda la duda si estamos ante un guión inteligente o tan vacío que no tiene respuestas que ofrecernos, de ahí ese final que deja todas las dudas sin resolver.

En cuanto a Ben Affleck, sigo pensando que le falta sangre en la venas y aunque este rasgo es precisamente lo que define aquí a su personaje, verlo actuar con esa apatía no termina de convencerme. En cambio, Ana de Armas derrocha vitalidad y resulta tremendamente atractiva, con lo que simplemente viéndola uno se explica los celos de Vic y lo fácilmente que es capaz de atrapar a otra conquista.

No creo que Aguas profundas vaya a pasar a la historia del género ni mucho menos, es un ejemplo más de la habilidad del director para sacar partido del erotismo y el morbo, aunque el resultado queda lejos de sus grandes éxitos anteriores que, por mucho que dieran que hablar, hay que reconocer que tampoco eran nada del otro mundo en cuanto a cine, sino que sencillamente explotaban el lado oscuro de la naturaleza humana.

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