El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 17 de mayo de 2023

Camino de la horca



Dirección: Raoul Walsh.

Guión: Walter Doniger y Lewis Meltzer (Historia: Walter Doniger).

Música: David Buttolph.

Fotografía: Sid Hickox.

Reparto: Kirk Douglas, Virginia Mayo, John Agar, Walter Brennan, Ray Teal, Hugh Sanders, Morris Ankrum, James Anderson, Charles Meredith.

El agente federal Lee Merrick (Kirk Douglas) impide el linchamiento de un hombre (Walter Brennan) acusado de asesinato y decide llevarlo ante el juez, pero el viaje estará lleno de peligros.

Primer western de Kirk Douglas, Camino de la horca (1951) se apoya en un sólido guión y el talento de Raoul Walsh, que ya lo demostrara con otro western magnífico: Murieron con las botas puestas (1941).

La película cuenta el viaje para llevar ante la justicia a un presunto asesino y los problemas derivados de ello, ya que por un lado los que querían lincharlo siguen al acecho, obsesionados en hacer justicia por la vía rápida. Pero también se complican las cosas para Lee al enamorarse de la hija del acusado, interpretada por la maravillosa Virginia Mayo, de la que quedé prendado siendo muy joven al verla en El halcón y la flecha (Jacques Tourneur, 1950) y claro, los primeros amores nunca se olvidan. Y no solo están estos dos magníficos actores, sino que encima tenemos el privilegio de disfrutar del mejor secundario del cine: Walter Brennan, siempre espectacular.

Otro inconveniente añadido en la misión es la obsesión de Lee de cumplir con su trabajo, tras la que se adivina un trauma del pasado que lo atormenta y que no es otro que, en un momento de debilidad sobre su deber como agente de la ley, dejó solo a su padre mientras conducía ante el juez a dos detenidos y acabó ahorcado. Y es que, en consonancia con los nuevos tiempos que empieza a vivir el western, el protagonista es un hombre complejo, atormentado, terco y que se debate entre su deber y sus sentimientos. Finalmente, su prisionero es condenado a morir en la horca, lo que acarrea un nuevo problema para Lee, pues sabe que ese hombre es inocente y comprueba que la ley no siempre equivale a la justicia.

Como vemos, un argumento realmente complejo jalonado de no poca violencia en un viaje por el desierto en el que Lee acaba solo, muertos sus ayudantes, enfrentado a su deber, a su amor y a su conciencia.

A pesar de que todo el desarrollo transcurre relatando el largo viaje por el desierto, lo que podría dar lugar a un film tedioso por momentos, el talento del director en la puesta en escena y los giros tan inteligentes que va dando el argumento convierten la película en algo ágil y que transcurre a una velocidad envidiable. 

Sin duda, aunque nunca he visto a esta obra entre los grandes títulos del western, me he llevado toda una agradable sorpresa y creo que está al nivel de muchos clásicos.

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