Dirección: Mike Hodges.
Guión: Paul Mayersberg.
Música: Simon Fisher-Turner.
Fotografía: Michael Garfath.
Reparto: Clive Owen, Kate Hardie, Alex Kingston, Gina McKee, Nicholas Ball, Nick Reding, Alexander Morton, Barbaby Kay, John Radcliffe.
Jack Manfred (Clive Owen) aspira a ser escritor pero, ante la falta de inspiración y la necesidad de dinero, acepta trabajar en un casino como crupier.
Cuando una película abusa de los artificios y toma un tono pedante suelo desconfiar de inmediato. En general quiere decir que no hay mucho que rascar y se adorna todo para deslumbrar al espectador, como una cortina de humo escondiendo un paisaje desagradablemente feo.
Crupier (1998) responde a esta descripción. De entrada, la voz en off que nos va contando los pensamientos de Jack resulta artificial y su discurso es pedante y retorcido a propósito, con la intención de darle una profundidad al relato de la que carece en realidad. Y esta manera de contar la historia resulta cansina. Uno espera que tras la presentación de los personajes se calle, pero continua durante toda la cinta en el mismo tono pedante, porque Jack es un tipo que va de chulo, que está de vuelta de todo y por eso termina haciéndose antipático. No solamente te importa poco lo que le sucede, sino que hasta casi te alegrarías de que le aconteciese alguna desgracia si en realidad te interesaras algo por él.
Tampoco ayuda mucho Clive Owen que si bien es cierto que tiene una presencia que impacta, también lo encontré bastante inexpresivo, falto de las tablas que ha ido ganando con el paso de los años, si bien sigue siendo, desde mi punto de vista, un actor un tanto limitado.
Y es que ese tono frío del relato, que no profundiza en nada, ni en las relaciones personales, ni en los dramas que tienen lugar, como la muerte de Marion (Gina McKee), la novia de Jack, que queda casi como algo anecdótico de lo que se informa en una escueta escena para no volver a tener ninguna relevancia en todo lo que viene a continuación. De este modo se consigue distanciarnos tanto del relato que somos inmunes a su discurso, indiferentes a la suerte de Jack.
Pero lo peor de todo viene con el final, absurdo por completo y totalmente ilógico con el desarrollo de la historia, tanto que el padre de Jack estuviera detrás del intento de robo al casino como que Jani (Alex Kingston) sea su novia. Además, el guión se saca de la manga en el último suspiro una relación de Jack con Bella (Katie Hardie), su antigua compañera de trabajo, que lo había mandado a paseo en su momento.
En resumen, mejor no perder el tiempo con esta tontería.
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