El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 5 de mayo de 2023

Crupier



Dirección: Mike Hodges.

Guión: Paul Mayersberg.

Música: Simon Fisher-Turner.

Fotografía: Michael Garfath.

Reparto: Clive Owen, Kate Hardie, Alex Kingston, Gina McKee, Nicholas Ball, Nick Reding, Alexander Morton, Barbaby Kay, John Radcliffe. 

Jack Manfred (Clive Owen) aspira a ser escritor pero, ante la falta de inspiración y la necesidad de dinero, acepta trabajar en un casino como crupier.

Cuando una película abusa de los artificios y toma un tono pedante suelo desconfiar de inmediato. En general quiere decir que no hay mucho que rascar y se adorna todo para deslumbrar al espectador, como una cortina de humo escondiendo un paisaje desagradablemente feo.

Crupier (1998) responde a esta descripción. De entrada, la voz en off que nos va contando los pensamientos de Jack resulta artificial y su discurso es pedante y retorcido a propósito, con la intención de darle una profundidad al relato de la que carece en realidad. Y esta manera de contar la historia resulta cansina. Uno espera que tras la presentación de los personajes se calle, pero continua durante toda la cinta en el mismo tono pedante, porque Jack es un tipo que va de chulo, que está de vuelta de todo y por eso termina haciéndose antipático. No solamente te importa poco lo que le sucede, sino que hasta casi te alegrarías de que le aconteciese alguna desgracia si en realidad te interesaras algo por él.

Tampoco ayuda mucho Clive Owen que si bien es cierto que tiene una presencia que impacta, también lo encontré bastante inexpresivo, falto de las tablas que ha ido ganando con el paso de los años, si bien sigue siendo, desde mi punto de vista, un actor un tanto limitado.

Y es que ese tono frío del relato, que no profundiza en nada, ni en las relaciones personales, ni en los dramas que tienen lugar, como la muerte de Marion (Gina McKee), la novia de Jack, que queda casi como algo anecdótico de lo que se informa en una escueta escena para no volver a tener ninguna relevancia en todo lo que viene a continuación. De este modo se consigue distanciarnos tanto del relato que somos inmunes a su discurso, indiferentes a la suerte de Jack.

Pero lo peor de todo viene con el final, absurdo por completo y totalmente ilógico con el desarrollo de la historia, tanto que el padre de Jack estuviera detrás del intento de robo al casino como que Jani (Alex Kingston) sea su novia. Además, el guión se saca de la manga en el último suspiro una relación de Jack con Bella (Katie Hardie), su antigua compañera de trabajo, que lo había mandado a paseo en su momento.

En resumen, mejor no perder el tiempo con esta tontería.

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