El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 17 de mayo de 2023

La casa torcida



Dirección: Gilles Paquet-Brenner.

Guión: Julian Fellowes, Tim Rose Price y Gilles Paquet-Brenner (Novela: Agatha Christie).

Música: Hugo de Chaire.

Fotografía: Sebastian Winterø.

Reparto: Max Irons, Stefanie Martini, Glenn Close, Julian Sands, Honor Kneafsey, Christian McKay, Amanda Abbington, Terence Stamp, Gillian Anderson, Christina Hendricks.

Cuando su abuelo, el millonario Arístides Leónides muere envenenado, Sophia (Stefanie Martini) le pide a Charles Hayward (Max Irons), un joven detective con el que había mantenido una relación tiempo atrás, que investigue el caso.

Muchas veces las novelas de Agatha Christie pecan de ser demasiado simples en la ambientación o el diseño de los personajes, centrándose sobre todo en el misterio y su resolución. La buena noticia con La casa torcida (2017) es que el director intenta "amueblar" convenientemente el escenario para que no se trate tan solo de una investigación sin más, de manera que todos los elementos de la cinta tengan su propio peso específico.

Y lo más evidente de este enfoque lo vemos en los personajes, cada uno perfectamente definido, a veces es verdad que forzando un poco, como en el caso de Roger (Christian McKay) y sus accesos de ira, pero que consiguen darle profundidad a la historia. Además, el contar con actores de la talla de Glenn Close le da una nota de calidad incuestionable.

Tal vez la elección de Max Irons para el protagonista no me resultó la más acertada por su aspecto un tanto infantil, lo que le restaba aplomo y cierta credibilidad al personaje. Es un punto de vista personal, sin duda, pero nunca conseguí verlo en su papel.

Al igual que con los personajes, Gilles Paquet-Brenner consigue darle una personalidad específica a la casa, con habitaciones que reflejan la personalidad de sus ocupantes, al tiempo que la grandiosidad de la mansión permite momentos de cierto dramatismo y otros de una belleza plástica indudable.

Otro detalle que aparece muy cuidado son los diálogos, bastante certeros y agudos como queda maravillosamente expuesto en la magnífica secuencia de la cena, con los dardos que se lanzan los familiares sin más freno que las de unas curiosas normas de cortesía muy británica.

En cambio, donde flojea la película es precisamente en la investigación. Si esperábamos ingeniosos interrogatorios, pistas y tensión constante nos llevaremos una pequeña decepción. Hay más intriga en lo sucedido en el pasado entre Charles y Sophia que en el crimen en sí, lo que no deja de ser curioso.

Como tampoco me gustó demasiado el trabajo en la dirección de Gilles Paquet-Brenner, pues me parecía que estaba muchas veces más interesado en mostrar su originalidad en la puesta en escena que en la propia eficacia, con algunas elecciones en cuanto a emplazamiento de la cámara que no me convencieron especialmente.

La casa torcida funciona muy correctamente como estudio psicológico del poder malsano de un exceso de dinero y su fuerza corruptora. No es un tema especialmente original, pero el retrato de una familia tan rica como infeliz es preciso. Quizá si esperábamos una historia más en la línea con las novelas más populares de Agatha Christie la cinta pueda saber a poco, ya que la intriga queda un tanto apagada y nunca es el eje principal por el que se mueve la historia. En todo caso, estamos ante una cuidada producción que merece nuestra atención.

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