El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 30 de mayo de 2023

El bar de las grandes esperanzas



Dirección: George Clooney.

Guión: William Monahan (Libro: J. R. Moehringer).

Música: Dara Taylor.

Fotografía: Martin Ruhe.

Reparto: Ben Affleck, Tye Sheridan, Daniel Ranieri, Lily Rabe, Christopher Lloyd, Max Martini, Rhenzy Feliz, Briana Middleton, Max Casella, Sondra James, Michael Braun.

En 1973, al no poder pagar el alquiler, Dorothy (Lily Rabe) ha de volver a casa de sus padres con su hijo JR (Daniel Ranieri), de nueve años.

Adaptación de las memorias del ganador del premio Pulitzer, J. R. Moehringer, El bar de las grandes esperanzas (2021) es una nueva prueba de lo bien que parece sentirse George Clooney tras la cámara.

La película cuenta la infancia JR, marcada sobre todo por la ausencia de su padre y los consejos de su tío Charlie (Ben Affleck) que ejerce el papel de padre, orientando al pequeño en las diferentes etapas de su vida. En la segunda parte, donde el papel de JR lo encarna Tye Sheridan, el relato versa sobre la etapa del protagonista en la universidad y sus primeros trabajos como periodista y su decisión de convertirse en escritor.

Si la primera parte, sobre la infancia de JR, tiene un cierto tono de cuento, con la belleza de ver las cosas a través de la mirada de un niño, la segunda es un relato menos sugestivo, con el primer desengaño amoroso, las amistades en la universidad y el enfrentamiento con el padre (Max Martini). Es una parte menos inspirada que la primera, aunque ambas pecan de lo mismo: poca profundidad, que se acusa más en la segunda porque la historia ofrece muchas más posibilidades dramáticas.

El tono elegido por George Clooney para este relato es más cercano a la comedia que al drama y, en todo caso, los momentos más dramáticos son tratados sin enfatizar demasiado las tintas, de manera que nunca llegamos a sentir verdadero dolor o desesperación en las vidas de los protagonistas, a pesar de no ser un camino de rosas. El bar de las grandes esperanzas es por lo tanto un film amable que no pretende ensañarse con los problemas planteados y al final ofrece un horizonte de esperanza.

El principal inconveniente de la historia tal y como la plantea el director es, como decía antes, que no termina de profundizar lo suficiente en los asuntos que aborda. Viendo la cinta tenía la sensación constante de estar esperando el momento decisivo, como si lo que estuviera viendo fuera una simple introducción. Sin embargo, nada realmente cambia esta concepción, de manera que la impresión es que George Clooney ha pasado por la superficie de los acontecimientos sin llegar a ahondar en ellos. Ni la lucha por labrarse un futuro como escritor, ni la relación con su padre, ni su primer amor... nada llega a adquirir verdadero protagonismo, quedándose en meras insinuaciones.

Su puesta en escena es elegante y el trabajo de Ben Affleck es de lo mejor que le he visto a este actor, que normalmente no suele impresionarme, al igual que el joven Daniel Ranieri, con un trabajo muy bueno para su corta edad. Pero estos aciertos no logran equilibrar la falta de fuerza de lo narrado, de manera que el resultado es un film agradable de ver pero que nos deja con cierta sensación de vacío.

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