Dirección: Robert Siodmak.
Guión: Ketti Frings (Historia: Marty Holland).
Música: Victor Young.
Fotografía: George Barnes (B&W).
Reparto: Barbara Stanwyck, Wendell Corey, Paul Kelly, Joan Tetzel, Stanley Ridges, Richard Rober, Minor Watson, Barry Kelley, Laura Elliot, Gertrude W. Hoffmann.
Cleve Marshall (Wendell Corey), ayudante del fiscal del distrito, es un hombre infeliz en su matrimonio por culpa de la constante injerencia de su suegro en su vida matrimonial, por ello no es de extrañar que se enamore de la atractiva Thelma Jordan (Barbara Stanwyck) en cuanto la ve.
De nuevo un apasionante film negro, con el atractivo de este tipo de historias fatales en la que uno no sabe bien si es el destino o la propia debilidad de los sujetos la que los lleva al desastre.
En El caso de Thelma Jordon (1950) el argumento puede parecer poco original, pues básicamente repite el tema de la mujer fatal que lleva a la ruina al hombre que manipula, es decir, contamos con los elementos característicos del género. La novedad es que el guión los enmascara para añadir una nota de suspense que no desvelará la realidad hasta el final.
Así, Thelma mantiene cierta incertidumbre sobre su persona a lo largo de toda la historia. Su relación con Cleve es casual y se debe más a la insistencia de él que a las malas artes de ella. El enamoramiento parece sincero y solamente muy lentamente el argumento va desvelando sus cartas, pero siempre dejando un resquicio para la duda.
Por ejemplo, cuando aparece Tony (Richard Rober), Thelma le cuenta a Cleve que se trata de un marido del que desea escapar para siempre, una confesión que realiza por voluntad propia, con lo que entendemos que es sincera. Más adelante, cuando matan a su tía (Gestrude W. Hoffmann), no sabemos quién es el asesino. Lógicamente podemos sospechar de Thelma, pero en realidad no podemos estar seguros y no sabremos la verdad hasta el desenlace mismo, donde comprobamos un plan meticulosamente urdido que ha salido perfecto salvo por un pequeño detalle: ella se ha enamorado de verdad de Cleve, algo que no entraba en sus planes y que nos llevará a un final realmente original y muy impactante: la secuencia del coche es verdaderamente dramática y en cierto modo redime a Thelma, de la que nos apiadamos porque finalmente su amor era auténtico y en un acto de sacrificio máximo decide poner punto y final a una vida que ya le asquea.
Este final, de un romanticismo trágico maravilloso, es quizá la nota más significativa de El caso de Thelma Jordon, un film que destila fatalidad pero que también nos muestra a unos protagonistas que no son especialmente malvados, sino que sucumben a sus debilidades. Thelma actúa como lo hace por dinero, para cambiar su vida miserable; Cleve se ha enamorado de ella, pero también sigue queriendo a su mujer, por lo que su dilema y su sufrimiento son conmovedores y, como además es buena persona, cree que debe ayudar a Thelma en el juicio, lo hace de corazón aunque finalmente arruine su vida, pero su amor es así de rotundo.
Barbara Stanwyck se mueve con la eficacia habitual en ella en este tipo de papeles, como ya habíamos comprobado en Perdición (Billy Wilder, 1944). Quizá Wendell Corey no sea el compañero ideal, pues me parece un actor correcto como secundario, pero sin el carisma ni el talento suficientes para este papel, donde se le ve algo inexpresivo en muchas secuencias.
Una de las últimas películas del alemán Robert Siodmak en Estados Unidos, donde demuestra una vez más su talento como director, El caso de Thelma Jordon es una perla más de un genero siempre fascinante y que en las décadas de los cuarenta y cincuenta del siglo pasado nos ha brindado verdaderas obras maestras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario