Dirección: Delmer Daves.
Guión: Russell S. Hughes y Delmer Daves (Novela: Paul I. Wellman).
Música: David Raksin.
Fotografía: Charles Lawton, Jr.
Reparto: Glenn Ford, Ernest Borgnine, Rod Steiger, Valerie French, Felicia Farr, Basil Ruysdael, Noah Beery Jr., Charles Bronson, John Dierkes, Jack Elam, Robert Burton.
Shea Horgan (Ernest Borgnine), un ranchero, encuentra a un hombre (Glenn Ford) desfacellido en el camino y lo lleva a su casa. Cuando se recupera, le ofrece un puesto de trabajo.
Puede que Delmer Daves no destaque entre los mejores directores de la historia, pero sí que era capaz de algunas obras muy sólidas, como Jubal (1956), un drama intenso y profundo.
El guión se basa en una novela que se inspira directamente del "Otelo" de William Shakespeare, lo que nos da ya una clara idea de por dónde iban los tiros en el western a partir de la década de los 50 del siglo XX. Los tradicionales conflictos del género se retuercen y se enriquecen con tramas propias de los dramas más sofisticados, de manera que el western será un vehículo para nuevas historias.
Jubal (Glenn Ford) es un vaquero atípico, traumatizado desde la infancia por el rechazo de su madre, que deseaba verlo muerto, y la prematura muerte de su padre, la única persona en su vida que lo ayudó, hasta que encuentra a Shea, un buen hombre que le ofrece trabajo y su confianza. Por ello, Jubal rechaza las insinuaciones de Mae (Valerie French), la esposa insatisfecha y promiscua de su patrón.
Sin embargo, las mentiras de Pinky (Rod Steiger), que odia y envidia a Jubal, siembran las dudas en Shea. Y cuando Mae, mintiendo para hacerle daño a su esposo y a Jubal por rechazarla, afirma que se ha acostado con Jubal, Shea se vuelve loco de celos, sin atender a razones, lo que desencadena la tragedia.
La profundidad de los conflictos, que tiene un magnífico reflejo en unos diálogos realmente inusuales en un western, donde los personajes desnudan su alma y muestran abiertamente los traumas, deseos y vicios, nos da una película donde el drama es interior y la violencia nunca es gratuita.
Delmer Daves además sabe acompañar la densidad del relato con unas imágenes potentes, que captan en las miradas y los silencios la esencia de cada situación. Además, dado que se trata de un western anormalmente pausado, sin escenas violentas ni tiroteos, es de admirar el acierto a la hora de mantener el ritmo y la tensión en todo momento, de manera que la trama nos engancha desde el principio y nos mantiene absortos en el drama sin pestañear, incluso en algunas escenas donde los diálogos se prolongan más allá de lo que parece aconsejable.
Sin duda, un western atípico, con un reparto soberbio donde destacan el magnífico Ernest Borgnine y Rod Steiger, en uno de esos papeles que le iban como anillo al dedo, y con la grata sorpresa de ver a Glenn Ford realmente sólido.
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