Dirección: Woody Allen.
Guión: Woody Allen.
Música: Dick Hyman.
Fotografía: Carlo DiPalma.
Reparto: Woody Allen, Goldie Hawn, Alan Alda, Natasha Lyonne, Drew Barrymore, Julia Roberts, Edward Norton, Tim Roth, Natalie Portman, Lukas Haas, Gaby Hoffman, David Ogden Stiers.
Steffi (Goldie Hawn) y Bob (Alan Alda) son un matrimonio feliz; ricos, liberales y comprometidos socialmente. Steffi estuvo casada con Joe (Woody Allen), un escritor que vive en París pero acude con frecuencia a Nueva York y sigue siendo muy buen amigo de Steffi y también de Bob.
Woody Allen se ha ganado el derecho a hacer lo que le apetezca, incluso atreverse con un musical como Todos dicen I Love You (1996), donde vuelve a dar rienda suelta a sus temas predilectos: el amor, las relaciones humanas, la política y sobre todo el cine.
Si ya en Sueños de un seductor (1972) nos demostraba cuánto le gustaba el cine clásico con su homenaje a Humphrey Bogart, en esta ocasión los homenajes se dividen entre el musical, con alusiones a películas como Un americano en París (Vicente Minelli, 1951), con el precioso baile en los muelles del Sena de Joe y Steffi que evoca al de Gene Kelly y Leslie Caron, y el cine de los Hermanos Marx, con el número de los bailarines disfrazados de Groucho o la presencia recurrente de la preciosa canción del título del film que sonaba en Plumas de caballo (Norman Z. McLeod, 1932).
Como sucede en muchas películas del director, el argumento no parece enfocarse en nada ni en nadie en concreto, sino que más bien uno podría pensar en alguien que de pronto se detiene a filmar un momento de la vida de distintas personas, sin un comienzo ni un final específicamente reseñables, y sigue su camino después, al igual que seguirá la vida de los protagonistas, como un río camino del mar.
Esta manera de construir la historia hace que el relato pierda tal vez en precisión lo que gana en espontaneidad, de manera que nos paseamos por un momento de la vida de personas como nosotros, sin nada especialmente reseñable más allá de sus ilusiones, ideales y relaciones, parecidas a las de todo el mundo. La diferencia reside en el talento de Woody Allen para retratar a sus personajes, siempre con ese estilo del humor tan peculiar.
Es cierto que tal vez se agradecería que la película no intentara abarcar a tantos personajes, lo que dispersa demasiado el punto de interés en muchas pequeñas historias que no alcanzan nunca el climax ni la fuerza necesarias. Lo mismo que el humor de Allen, que brilla en algunos momentos con la fuerza y agudeza de sus mejores historias pero no con la suficiente continuidad.
Otro problema en parte derivado de lo anterior y de tratarse de una película musical es que Todos dicen I Love You termina por hacerse un poco larga de más para lo que nos está contando. Suele ser un inconveniente común a muchos musicales, al menos para mí que no soy un entusiasta de este género, a pesar de reconocer las preciosas coreografías de la cinta.
De lo que sigo maravillándome es del talento del director para sacar siempre lo mejor de sus actores. Goldie Hawn, por ejemplo, nunca me gustó especialmente como actriz y sin embargo aquí me parece formidable, incluso la encuentro mucho más atractiva que en sus películas de juventud. Y Natasha Lyonne, a la que desconocía, me parece también que logra una actuación magnífica, lo mismo que Julia Roberts, aunque de ella no me sorprende en absoluto.
Reuniendo méritos más que suficientes para catalogarla como una buena comedia y un respetable musical, hay que admitir que para aquellos que no sean fervientes admiradores de Woody Allen la película puede no resultarles muy memorable, aunque yo encuentro siempre que una película de este director tiene una calidad especial, independientemente de que resulte más o menos lograda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario