El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 15 de mayo de 2023

Circuito cerrado



Dirección: John Crowley.

Guión: Steve Knight.

Música: Joby Talbot.

Fotografía: Adriano Goldman.

Reparto: Eric Bana, Rebecca Hall, Ciarán Hinds, Riz Ahmed, Anne-Marie Duff, Kenneth Cranham, Julia Stiles, Jim Broadbent, Denis Moschitto.

Tras un sangriento atentado en un mercado de Londres, la policía detiene a Farroukh Erdogan (Denis Moschitto) como responsable. Muy pronto sus dos abogados defensores, Martin Rose (Eric Bana) y Claudia Simmons-Howe (Rebecca Hall), empiezan a sentir que están siendo espiados por el MI5, el departamento de inteligencia del Reino Unido.

Circuito cerrado (2013) es una película de una hechura muy buena que plantea ciertas cuestiones muy interesantes, como hasta dónde puede o debe llegar un gobierno en la defensa de secretos de estado o para garantizar la seguridad nacional si ello implica sabotear el estado de derecho. Está claro que hay limites que nunca se pueden sobrepasar, pues quedaríamos a merced del más fuerte y eso se asemeja mucho a una dictadura.

En el caso de Circuito cerrado, el problema reside en que, intentado atrapar a un grupo terrorista que planeaba un atentado en Londres, se produce un error y el atentado tiene lugar. El gobierno entonces tiene que ocultar la verdad, pues confesar que falló a la hora de detener a los terroristas sería catastrófico. Pero lo que no puede hacerse es ocultar dicho error con manejos sucios, mentiras y asesinatos y eso es lo que descubre Martin Rose que está pasando, por lo que su vida también correrá peligro junto con la de la otra letrada, Claudia.

Como vemos, un planteamiento realmente profundo y muy interesante que John Crowley potencia por encima de efectismos y acción, recursos que a veces resultan muy vistosos pero que tienden a debilitar el planteamiento con un enfoque más explosivo.

El problema de Circuito cerrado es que el film tarda bastante en arrancar, en meternos de lleno en los entresijos del argumento, de manera que la primera parte transcurre sin que estemos realmente al tanto de lo importante y, por lo tanto, vemos el desarrollo sin implicarnos. Incluso el aparente suicidio del primer abogado defensor elegido para el caso pasa sin pena ni gloria, aumentando la sensación de frialdad inicial.

Afortunadamente, poco a poco se va desvelando la trama y entonces sí que el guión desvela sus cartas y nos muestra un argumento muy hábilmente urdido que consigue atraparnos temiendo por las vidas de los abogados.

Aún así, incluso en esta parte, el director vuelve a pecar de frío y aunque el guión es atractivo tengo la impresión de que Crowley no le saca todo el potencial. Aumenta el suspense por el simple desarrollo de la intriga, no por el trabajo del director.

Otro detalle que tampoco me gustó demasiado es la necesidad de establecer una relación sentimental entre los dos abogados. Entiendo que puede ser una cesión necesaria que además encaja bien en la trama, pues la presencia de Claudia se utiliza para amenazar a Martin, pero aún así creo que es caer en la banalidad y no era imprescindible.

En cuanto al reparto, Rebecca Hall me parece perfecta, como siempre, y la sorpresa me llegó con el buen hacer de Eric Bana, que en principio no me resultaba muy atractivo para el papel pero que realiza una buena actuación también.

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