El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 31 de mayo de 2023

Escrito sobre el viento



Dirección: Douglas Sirk.

Guión: George Zuckerman (Novela: Robert Wilder).

Música: Frank Skinner.

Fotografía: Russell Metty.

Reparto: Rock Hudson, Lauren Bacall, Robert Stack, Dorothy Malone, Robert Keith, Grant Williams, Robert J. Wilke, Edward C. Platt, Harry Shannon, John Larch. 

Kyle Hadley (Robert Stack), hijo de un magnate del petróleo y bebedor empedernido, conoce a Lucy Moore (Lauren Bacall) y se enamora al instante de ella. El problema es que su mejor amigo, Mitch (Rock Hudson) también se enamorará de Lucy. Ella terminará casándose con Kyle, que a su lado cambiará por completo.

Douglas Sirk, director alemán que como muchos compatriotas llegó a Hollywood huyendo del nazismo, se convirtió por méritos propios en el rey del melodrama, con películas como Solo el cielo lo sabe (1956), Imitación a la vida (1959) y esta, Escrito sobre el viento (1956), para muchos su obra cumbre.

No se puede negar la solidez de Escrito sobre el viento, tanto a nivel argumental como en una puesta en escena impecable, donde se demuestran las habilidades del director para montar unos melodramas que funcionan con precisión gracias a una profundización meticulosa en las debilidades humanas, creando personajes poderosos en sus pasiones y en sus tormentos, como ejemplifican de manera impecable Kyle, atormentado por no poder estar a la altura de su padre (Robert Keith) ni a la de su mejor amigo, y su hermana Marylee (Dorothy Malone), caprichosa niña mimada que al no conseguir el amor de Mitch se lanza en brazos de cualquiera.

Douglas Sirk también se apoya para subrayar el drama en una poderosa banda sonora y una fotografía que enfatiza con los tonos empleados los dramas que están a punto de suceder. 

Todo ello le da a Escrito sobre el viento una innegable fuerza expresiva, donde las tensiones van creciendo lentamente hasta la explosión final, sin que parezca que nada ni nadie pueda desviar el fatal desenlace que se adivina, como si una especie de maldición se cerniera sobre unos personajes incapaces de escapar de sus flaquezas.

Sin embargo, toda esta fuerza del destino, esta sucesión de acontecimientos desgraciados, estas premoniciones imposibles de evitar le dan un tono tan excesivo al drama que lo hacen muy deudor de su momento, algo que delatan unos diálogos fuertemente arcaicos. Vista hoy en día la película resulta algo teatral y el drama demasiado forzado como para que lo sintamos del todo creíble. Ello no resta validez a la propuesta ni méritos al trabajo de Douglas Sirk, pero es evidente que en dramas así el paso del tiempo tiene un efecto más fuerte que en otro tipo de películas.

Hay que destacar también el excelente reparto encabezado por Rock Hudson, un habitual en los dramas de Sirk, y cuya presencia se imponía con contundencia, y muy bien secundado por un genial Robert Stack y la maravillosa Dorothy Malone, ganadora nada menos que del Oscar a la mejor actriz secundaria por su papel de malvada niña rica caprichosa. A Lauren Bacall, sin embargo, me cuesta más verla en el papel asignado, pues no me parece de esas bellezas que cautiven a los hombres en un segundo.

En conclusión, estamos ante un clásico del melodrama de esos años cincuenta, con todas las virtudes de un argumento llevado al extremo y, por consiguiente, las dudas de verosimilitud que me genera hoy en día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario