Dirección: Stephan Elliott.
Guión: Stephan Eliott y Sheridan Jobbins (Obra: Noël Coward).
Música: Marius De Vries.
Fotografía: Martin Kenzie.
Reparto: Jessica Biel, Colin Firth, Kristin Scott Thomas, Ben Barnes, Kris Marshall, Kimberley Nixon, Katherine Parkinson, Pip Torrens, Christian Brassington, Charlotte Riley.
John Wittaker (Ben Barnes), un joven inglés de muy buena familia, se casa impulsivamente con la hermosa Larita (Jessica Biel). Los problemas comienzan cuando la presenta a su familia, especialmente a su madre, la señora Whittaker (Kristin Scott Thomas).
Una familia con clase (2008) es una adaptación de una obra de teatro, aunque nadie lo diría por el excelente trabajo que realiza Stephan Elliott en la dirección. Yo diferencio dos tipos de dirección: la invisible, en la que el realizador se limita a buscar la eficacia desde la más absoluta discreción, y la visible, en la que algunos directores intentan mostrar que están ahí por algo y se esfuerzan en dejar su huella. A menudo, esta segunda tendencia suele resultar más una molestia que otra cosa, ya que suele degenerar en un protagonismo excesivo de la cámara. El acierto de Stephan Elliott en esta ocasión reside en demostrar su dominio de la puesta en escena, con una participación maravillosa de la cámara, sin que ello entorpezca el relato, más bien al contrario, lo potencia y le da un ritmo y una vida genuinas y muy eficaces.
La historia de Una familia con clase es la de los celos y la envidia por parte de la madre y las hermanas de John hacia su hermosa mujer. Es lo primero que percibimos cuando la señora Whittaker conoce a Larita, que parece representar todo lo que ella no es: guapa, divertida, inteligente, desinhibida y enamorada. Lo mismo le sucede a sus hijas, Hilda (Kimberly Nixon) y Marion (Katherine Parkinson), unas jóvenes que viven bajo la autoridad de su madre y no tienen, ni parezca que vayan a tener, mucho éxito en el amor, por lo que por un lado sienten cierta admiración y envidia por su cuñada, pero también desaprueban su modo de vida tan diferente al suyo.
Porque además del problema de los celos, también la película es un magnífico retrato de la sociedad inglesa de principios del siglo XX, anquilosada en unas costumbres rígidas, llena de prejuicios y con un sentimiento de superioridad que deriva en menosprecio a los que no son de su misma clase. Evidentemente, la aparición de una mujer norteamericana, con unos valores más abiertos y una moral completamente diferente a la de la familia de John, provocará de inmediato un conflicto irresoluble.
Un gran acierto de los guionistas es haber sabido conjugar a la perfección el tono de comedia que domina la historia con los evidentes momentos dramáticos que tienen lugar, de manera que ambos encajen sin fisuras, formando un todo coherente que sabe sacar el mejor partido a los diferentes momentos del relato. A los detalles realmente divertidos, que son muchos y muy buenos, apoyados además en unos diálogos verdaderamente excelentes, de un nivel que es raro encontrar en películas contemporáneas por desgracia, suceden otros muy dolorosos fruto de la terrible guerra que se desata en contra de Larita.
Y hay que reconocer que mucha culpa de la eficacia del relato la tiene la perfecta exposición de todos los protagonistas, a veces simplemente con un pequeño detalle (una mirada, una frase) que define perfectamente al personaje, de manera que sabemos en todo momento quién es quién y qué lo motiva o el porqué de su comportamiento, lo que hace que nos impliquemos mucho mejor en la historia.
Por si todo esto no fuera bastante, Una familia con clase cuenta con una curiosa y muy buena banda sonora que adapta temas modernos a la estética de los años 20 con un resultado muy divertido.
El broche a todo lo anterior lo pone el reparto, donde debemos mencionar a Colin Firth, un actor maravilloso aún cuando en esta ocasión su aportación sea menor, y sobre todo a la genial Kristin Scott Thomas, cuyo papel y la forma tan perfecta de interpretarlo la convierten en una de esas malvadas realmente odiosas que de vez en cuando nos brinda el cine. En cuanto a Jessica Biel, su belleza explica rotundamente que su marido se volviera loco por ella y se casara sin pensárselo dos veces; pero además su trabajo rebosa encanto, alegría, espontaneidad y, cuando el guión lo requiere, nos conmueve con una sinceridad que nos llega como un dardo certero.
Definitivamente, Una familia con clase me parece un film brillante en todos sus apartados y que funciona perfectamente como comedia dramática gracias a un guión muy inteligente.
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