El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 27 de mayo de 2023

La gran jornada



Dirección: Raoul Walsh.

Guión: Hal G. Evarts.

Música: Arthur Kay, Reginald Hazeltine Bassett, Peter Brunelli, Alfred R. Dalby y Jack Virgil.

Fotografía: Arthur Edeson (B&W).

Reparto: John Wayne, Marguerite Churchill, El Brendel, Tully Marshall, Tyrone Power, David Rollins, Frederick Burton, Ian Keith, Charles Stevens, Louise Carver. 

Una caravana de colonos se dirige al norte de Oregón, atravesando unos cinco mil kilómetros. Breck Coleman (John Wayne) viaja como explorador, siguiendo la pista de los asesinos de su mejor amigo.

Lo primero que tenemos que tener en cuenta viendo La gran jornada es que se trata de una película de 1930, cuando el cine aún estaba dando sus primeros pasos, especialmente el cine sonoro. De ahí lo maravilloso que resulta el espectáculo que nos brinda Raoul Walsh, donde demuestra su ambición y también el dominio de los elementos a su alcance.

Además, en una época en que los films sonoros recurrían a un enfoque más bien teatral, Walsh saca los bártulos al exterior y consigue un relato dinámico y fresco que anuncia los grandes logros que irá dando el cine sonoro en cuanto vaya madurando.

La gran jornada es sobre todo el relato del difícil y peligroso viaje de la caravana de peregrinos, sometidos a todo tipo de calamidades, unas por la dureza de los territorios que deben cruzar, salvando ríos, desniveles y desiertos, y otras por la presencia de indios, opuestos a dejarlos pasar por sus tierras.

Es sin duda en este apartado donde Raoul Walsh muestra especialmente su talento y nos brinda un relato  épico cercano casi a un documento histórico. Destaca la magnífica ambientación, la meticulosidad con que están filmadas todas las etapas del viaje de manera que podemos casi sentir el polvo en nuestros ojos y el cansancio en nuestros huesos.

Acompañando al relato del viaje, el argumento teje una historia de venganza con el consabido romance entre el héroe, un John Wayne que afrontaba su primer gran trabajo de protagonista, y una hermosa Marguerite Churchill. A pesar de que esta parte de la historia está tratada con eficacia y aporta notables momentos de tensión y drama, es un tanto más simple que la parte del viaje, pero cumple de sobras con su cometido de aligerar y amueblar la historia del periplo.

Quizá lo que ha envejecido peor es la figura del personaje gracioso, en disputa constante con su suegra, que hoy en día resulta algo infantil.

Tampoco se libra la película de ciertas reminiscencias del cine mudo, como el uso de textos explicativos a lo largo de toda la película o la manera en que Breck sospecha de quién pudo haber matado a su amigo, mediante el recurso de un flash back directo, sin ningún tipo de elemento que lo diferencie del presente. En todo caso, son meros detalles que no empañan para nada la magnitud y la belleza de una película espectacular.

El problema fue que el film tuvo unos costes muy elevados que no se vieron acompañados por el éxito comercial, de manera que en su momento La gran jornada no tuvo el premio que habría merecido.

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