Dirección: John Carpenter.
Guión: Robert Collector, Dana Olsen y William Goldman (Novela: H. F. Saint).
Música: Shirley Walker.
Fotografía: William A. Fraker.
Reparto: Chevy Chase, Daryl Hannah, Sam Neill, Michael McKean, Stephen Tobolowsky, Jim Norton, Pat Skipper, Patricia Heaton.
Nick Halloway (Chevy Chase), un operador de bolsa, sufre un extraño accidente a causa del cuál se convierte en invisible, lo que hará que miembros de la CIA intenten capturarlo para sacar provecho de su estado.
John Carpenter, que nos ha dejado una pequeña joya del cine de aventuras como fue Golpe en la pequeña China (1986), vuelve a ofrecernos otra película que solo intenta ser un mero pasatiempo sin más pretensiones que hacernos pasar algunos ratos divertidos: Memorias de un hombre invisible (1992).
Los problemas que tiene que afrontar un hombre que se vuelve invisible accidentalmente son la base de la historia que, para que tenga algo más de soporte, se complementa con el acoso constante de un miembro de la CIA especialmente peligroso, David Jenkins (Sam Neill), que pretende aprovechar la invisibilidad de Nick para sus turbios asuntos de espionaje. A ello, lógicamente, se añade el ineludible romance gracias al cuál podemos disfrutar de Daryl Hannah, en aquellos años en el momento álgido de su carrera y de su belleza.
Es cierto que el argumento carece realmente de profundidad, tanto a la hora de definir a los protagonistas, que no pasan de una simpleza absoluta, sin matices, como a la hora de dotar de intensidad al drama del protagonista y al peligro de verse atrapado por Jenkins y sus hombres. Esto hace que la historia carezca de dramatismo y con ello se pierde la oportunidad de involucrar más intensamente a los espectadores en las desgracias de Nick. Es verdad que se puede argumentar que estamos frente a una comedia y por tanto el drama siempre va estar atenuado por el tono ligero, pero creo que la película habría ganado con un guión que no pasara tan superficialmente por los momentos más importantes.
Da la impresión de que lo que más interesa, al menos en algunas secuencias, es aprovechar el estado de Nick para deslumbrar a los espectadores con los efectos especiales, algunos ciertamente curiosos, como cuando Nick fuma.
En todo caso, Memorias de un hombre invisible, gracias a la agilidad con la que transcurre la historia, su imaginativo planteamiento y la acertada producción, consigue al menos el propósito de sorprender y entretener. Si no le pedimos nada más, no nos defraudará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario