Dirección: Fritz Lang.
Guión: Alfred Hayes (Obra: Clifforf Odets).
Música: Roy Webb.
Fotografía: Nicholas Musuraca (B&W).
Reparto: Barbara Stanwyck, Paul Douglas, Robert Ryan, Marilyn Monroe, J. Carrol Nash, Silvio Minciotti, Keith Andes.
Tras una larga ausencia Mae Doyle (Barbara Stanwyck) regresa a su ciudad natal. Allí conocerá a Jerry (Paul Douglas), un buen hombre que se enamorará de ella, y a su amigo Earl (Robert Ryan), por el que sentirá antipatía.
Encuentro en la noche (1952) es un interesante drama que se adentra en la naturaleza humana, sus deseos y sus contradicciones y el resultado parece ser poco reconfortante.
La historia gira en torno a un triángulo formado por Mae, una mujer que regresa al pueblo donde nació derrotada, tras ver como sus ilusiones cuando abandonó su ciudad no se han materializado; Jerry, un pescador bonachón e inocente que se enamora sinceramente de Mae, aunque ella reconoce de inmediato el peligro que corre ese buen hombre a su lado; y Earl, un tipo desengañado y cínico, muy parecido en el fondo a Mae, de ahí que a ella no le guste en absoluto, si bien en el fondo sabe que un tipo así la atrae sin remedio.
A pesar de sus temores, Mae decide casarse con Jerry en una especie de apuesta arriesgada. Él le dará la protección y el cariño que necesita y ella, aún sin amarlo, luchará para hacer algo bien de una vez por todas. Pero sus buenas intenciones no lograrán imponerse a su naturaleza. Ella parece preferir el riesgo y ante el acoso de Earl terminará cediendo a sus impulsos más profundos, aún sabiendo que su comportamiento es injusto hacia Jerry, injusto e injustificable.
Con un origen teatral que Fritz Lang disimula con acierto, dándole un dinamismo a la puesta en escena innegable y con el recurso, algo infantil visto hoy en día, de la metáfora de las nubes y las olas para anunciar los conflictos emocionales de los protagonistas, Encuentro en la noche tiene la virtud de exponer los problemas afectivos de los tres protagonistas muy acertadamente, sin caer en los dramas excesivos, lo que podría resultar más efectivo de cara al espectador, pero seguramente menos convincente.
La clave está en la búsqueda de la felicidad por parte de Mae y Earl, que se basa en un enfoque decididamente egoísta. El resultado es que no les importa el daño que puedan hacer, que se justifica por lo que consideran una aspiración legítima a ser felices. Sin embargo, algo ha cambiado para Mae en el presente: Jerry es un buen hombre y la ha amado con nobleza y sin reproches, y además, ahora Mae es madre, lo que también le da una perspectiva diferente de su papel en el mundo. Por eso, sus prioridades cambian y ya no puede justificar su deseo de felicidad tan sencillamente como antes. Además, Mae se da cuenta que siguiendo sus impulsos tampoco ha conseguido ser feliz y por ello decide, por primera vez en su vida, hacer lo que debe, por encima de sus caprichos. Tal vez así pueda estar en paz consigo misma.
Como se ve, un conflicto intenso y profundo que además cobra una fuerza superior con la magnífica Barbara Stanwyck, una de esas actrices con tanta personalidad que llena la pantalla.
Tal vez el problema principal de la película, que le impide alcanzar un nivel superior, sea el exceso de metraje, con escenas que no aportan demasiado al drama central. Pero incluso los momentos más decisivos de la historia tampoco se desarrollan con la agilidad necesaria, de manera que algunas escenas clave parecen pedir a gritos más concreción, pues se alargan con diálogos algo redundantes que restan fuerza a la escena.
Aún sin alcanzar la excelencia, Encuentro en la noche me parece un drama muy interesante sobre las relaciones humanas, con unos personajes realmente muy bien diseñados, algo que por desgracia parece haberse perdido con frecuencia en el cine actual.
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