Dirección: Jacques Tati.
Guión: Jacques Tati, Henri Marquet y René Wheeler.
Música: Jean Yatove.
Fotografía: Jacques Mercanton (B&W).
Reparto: Jacques Tati, Guy Decomble, Paul Frankeur, Santa Relli, Maine Vallée, Delcassan, Roger Rafal, Beauvais.
El pueblo de Saint Sévère va a celebrar su día de fiesta y en la plaza del pueblo los feriantes empiezan a montar las atracciones.
Primer largometraje de Jacques Tati, Día de fiesta (1949) muestra ya claramente las señas de identidad del cómico francés, cuyo humor se basa más en la pantomima y los gags visuales que en los diálogos, lo que supone toda una novedad en una época en que este estilo parecía finiquitado con la llegada del sonido.
Sin embargo, Tati no vuelve al estilo del cine mudo sin más; su humor también saca partido del sonido, que contribuye decisivamente en muchos momentos a la comicidad de la escena, como con la avispa que ataca al cartero, por ejemplo; pero los diálogos no juegan un papel importante en la historia, que se desarrolla por medio de las imágenes.
El personaje torpe y entrañable típico de la obra de Tati es en esta ocasión el cartero François (Jacques Tati), víctima de su torpeza, que estropea sus buenas intenciones, y que también, en su inocencia, es víctima de las burlas de vecinos y feriantes, aunque nunca consiguen enfadar a esta buena persona.
Otra de las constantes que veremos en ésta y otras películas del director es la crítica del progreso, que se escenifica con los intentos de François de imitar al eficaz servicio postal americano, ejemplo de rapidez. A su manera, François se esforzará en mejorar el reparto, buscando la mayor eficacia en el menor tiempo posible. El resultado, sin embargo, es una automatización de las entregas tan ridícula como cuestionable, además de llevar al pobre cartero a darse un paseo por el río.
Tati pone así en tela de juicio los beneficios del progreso; la automatización y la obsesión por la eficacia provocan deshumanización y estrés y, en contraste con la plácida vida de los habitantes de Saint Sévère, resultan innecesarias y ridículas.
No todos los gags están al mismo nivel, de ahí que Día de fiesta se presente un tanto desequilibrado, con momentos maravillosos junto a otros menos eficaces. En especial, las burlas que sufre François por parte de los comerciantes parecen romper algo del tono benévolo e inocente de la película.
Además de su humor genuino, Día de fiesta ofrece una mirada muy tierna de la vida en los pequeños pueblos franceses de la época, con la alegría sincera de una fiesta muy modesta pero que representa un acontecimiento para todos: para los niños, con su fascinación inocente; las jóvenes, que visten sus mejores galas y esperan el baile llenas de ilusión; o para los mayores, en el bar tomando unas copas y festejando un día en que se pueden permitir un pequeño exceso.
Tierna, divertida y entrañable, Día de fiesta será el primer eslabón de una carrera tan original como sorprendente de Jacques Tati, uno de los cómicos más geniales del cine francés, sino el mejor.
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